El reciente 2 agosto del 2013 tres funcionarios públicos, la ciudadana Presidenta del país, la ciudadana Presidenta de la Corte Suprema de Justicia y el ciudadano Presidente de la Asamblea Legislativa hicieron pública la consagración religiosa de sus mandatos y pusieron en manos de la Virgen de los Ángeles sus responsabilidades a la cabeza de los poderes que dirigen. Como se sabe, la Virgen de los Ángeles es ficha de la Iglesia Católica aunque acepte solicitudes de cualquier persona con problemas o agradecida. La católica consagración en manada de los poderes públicos, porque detrás de los altos jerarcas venían incluidos todos los funcionarios estatales y gubernativos, superó largamente el pintoresco y chirriante “obsequio nupcial” que hizo Rodríguez a su Vicepresidenta. Y lo fue no solo en su aspecto cuantitativo, sino por su forma y contenido. Destaquemos tres detalles: el texto de la consagración solemne ni siquiera fue iniciativa de las señoras Laura Chinchilla y Zarela Villanueva o del señor Luis Fernando Mendoza. Les fue preparado e impuesto por un miembro de la Conferencia Episcopal, un cura de apellido Girardi. La autoridad eclesial quizás consideró que ellos como laicos no tenían la capacidad espiritual ni intelectual para consagrar adecuadamente sus mandatos ciudadanos. Los tres funcionarios públicos que debieron recitar la advocación pertenecen al extinto Partido Liberación Nacional. Su cadáver, tras la ofrenda, mezcla los hedores de la putrefacción con este espray de agua bendita. Tercero, el actual Ministro de Imagen y Propaganda ni siquiera fue informado del show. Ello impidió que descendieran del cielo blancas palomas para bendecir la ceremonia. Oportunidad perdida.
El espectáculo consagratorio se torna más delirante si se observa que quienes emboscaron con éxito a los principales dirigentes públicos del país, reduciéndolos a “ovejas” laicas, carecen ciudadanamente de legitimidad para redactar consagración alguna a los jerarcas de los poderes públicos. Sigue abierto contra algunos obispos, aunque languidece y se añeja porque los circuitos judiciales miran para otro lado, un proceso por funcionar como “garrotera” sin atenerse a la ley. El local de la Conferencia Episcopal fue allanado ¡en julio del 2008! Las cifras en dólares son millonarias. Uno de los obispos atribuyó el delito a un empleado ya fallecido. Como se sabe, la iglesia católica no falla nunca, sus funcionarios sí lo hacen, especialmente si ya están muertos y no se los puede encausar. En casos como éste, Dios resolverá.
La señal que enviaron este agosto los obispos taimados es que sin ellos nadie manda en el país. La ciudadanía, gracias a la fragilidad y mediocridad de sus dirigentes políticos, se enteró que existen en Costa Rica tres poderes absolutos, ninguno de ellos elegido por sufragio: el dinero, venga de donde venga, la argolla obispal-vaticana y la “producción” del programa televisivo Combate. Si alguien se encuentra con alguno de sus personeros en la calle, cruce de acera o corra como diablo. Si se cae en sus dominios, nadie se salva.