A diferencia del Rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro, el neoliberalismo criollo todo lo que toca lo convierte en cenizas. Desde la llegada a Costa Rica del neoliberalismo, una vez ungido en el Consenso de Washington, las instituciones Públicas se han debilitado y muchas de ellas ya están a punto de colapsar. Por eso no nos extraña que a la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) ya casi la declaren en quiebra. Nuestra CCSS ha sido una institución modelo en el mundo en lo referente a la Seguridad Social.
Muy pocos, a lo mejor ninguno, sistemas de salud en el mundo tienen un marco de solidaridad y altruismo como nuestro sistema de salud. En donde miles de costarricenses cotizamos con nuestro salario para que otros tantos miles de hermanos nuestros de escasos recursos económicos, nacionales o extranjeros, reciban un mínimo de atención médica.
La CCSS ha llevado a todos los rincones del país medicina preventiva, salud bucodental, bienestar familiar, atención integral y, sobre todo, ha contribuido a la paz social. Sin embargo, en los últimos años y días, hemos sido testigos de hospitales que se queman, de quirófanos que se cierran, de sobreexposición radiactiva, de escasez y robo de medicinas, de falta de especialistas, de pésima infraestructura, de estafas en la compra de equipo médico y de un innumerable más de hechos delictivos y de ineficiencia administrativa. Los problemas que hoy manifiesta nuestra querida CCSS son el resultado de una confabulación premeditada de políticos y empresarios, que sólo les interesa que nuestro sistema de medicina social fracase en el corto plazo.
Con el dinero que los hospitales públicos le han pagado a la medicina privada, se habría comprado muchos equipos médicos con tecnología de punta. Los problemas que nuestro sistema de seguridad social manifiesta, como largas esperas para consultar a un especialista, falta de espacios disponibles para internamiento, carencia de instrumentos médicos, falta de medicamentos, poco espacios para consulta, entre otras muchas cosas, se debe a falta de moral pública y a la deshumanización que manifiestan nuestras autoridades políticas y muchos empresarios que le adeudan a la CCSS miles de millones de colones en cotizaciones patronales. Entre ellos, algunos equipos de fútbol de primera división. Se debe también al mal manejo de fondos públicos, al pago sospechoso de servicios a la medicina privada y al poco interés de hacer cumplir la reglamentación y las sanciones respectivas.
La CCSS ha sido, durante muchos años, un alivio a las penurias del pueblo pobre costarricense. Recuerdo muy bien mi época de infancia en San Carlos. Mi maestro de primaria, don Alberto López Elizondo (qepd), nos llevaba a consulta al antiguo Hospital San Carlos. Lo genial era que no necesitaba sacar cita ni llevar carné de cada uno de nosotros. Es más, ni siquiera estábamos asegurados. Sólo nos llevaba y el médico nos atendía y nos daba medicina o nos enviaba a exámenes. Antes del neoliberalismo lo que importaba era la persona como tal, el pobre, el enfermo, el necesitado. Ahora lo que interesa es la ganancia, el lucro, la acumulación y el beneficio desmedido y el desmantelamiento de todo lo que tenga sentido ético, humano y social.
Vale hoy en día recordar aquella canción que dice: “Te acordás hermano qué tiempos aquellos”. Hoy eso lo recordamos con nostalgia, pero lo que más nos atormenta es que podríamos estar mejor que ayer si hubiéramos puesto a gobernar nuestro país, a gente que verdaderamente le interesara el bien común de la mayoría. Si el pueblo costarricense hubiera sabiamente escogido a gobernantes con principios éticos y morales y valores humanos, no solo la CCSS podría estar mejor. También el ICE, AYA, El INS, JAPDEVA, la Educación Pública, las carreteras, los muelles, la agricultura, la seguridad ciudadana y hasta la decencia y la honestidad brillarían en el horizonte patrio.