El pasado sábado 21 de marzo en las instalaciones de la Antigua Aduana, recinto del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, se realizó una actividad muy interesante, la Expo Historia, que de acuerdo con sus organizadores reunía a la comunidad histórica del país, en donde desde anticuarios, coleccionistas y restauradores se dieron cita para exponer sus artículos como un aporte histórico, casi invaluable.
Hubo grandes homenajeados, como el emprendedor cultural histórico y el personaje popular, donde se reconocía el trabajo y trayectoria de varias figuras muy representativas para Costa Rica, además del hospital San Juan de Dios como institución histórica, que desde su creación fungió como centro de salud y escuela, desarrollando especialidades médicas en varias disciplinas, brindando un servicio de atención para todos los costarricenses.
Dentro de la exposición había artículos de diversa índole, como por ejemplo pinturas, esculturas, uniformes antiguos de la Fuerza Pública y hasta una ambulancia de la Cruz Roja y un camión de bomberos de principios de 1900, acompañados de una pequeña reseña que explicaba su procedencia y antigüedad.
Mientras los expositores se esmeraban por explicar el origen único de sus artículos y relevancia de los mismos, me llamó la atención entre toda esta diversidad de cosas, unas más que particulares y para nada usuales que contaban por sí solas una historia diferente: hacían referencia a las páginas más tristes y dolorosas que ha experimentado la Humanidad, el Holocausto. Ese exterminio en masa de millones de judíos, gitanos, discapacitados, homosexuales, sindicalistas y todos lo que no fueran acordes con la idea de la “raza aria” o cualquiera que se opusiera a ese régimen de horror y muerte llamado nazismo.
Días atrás también tuve la oportunidad de ver un reportaje en un canal de televisión donde se explicaba que se trataba de uniformes del ejército, de la fuerza aérea y de las SS de la Alemania de Hitler que incluían además cascos, máscaras antigases, medallas y hasta figuritas de colección del (führer) más demente que parió la historia alemana.
Siguiendo el recorrido, al final me encontré, por otra parte, con una interesante charla donde se explicaban aspectos sobre la historia y evolución de la comunidad judía en Costa Rica.
Sin embargo, analizando estos referentes históricos tan contradictorios entre sí que se exponían al mismo tiempo en las instalaciones de la Antigua Aduana, propiedad del Ministerio de Cultura, me percaté de algo que hasta el momento me había pasado desapercibido. ¿Y si hubiese habido otro puesto de coleccionistas con capuchas, túnicas blancas, antorchas, látigos, haciendo referencia al Kukluxklán y a todo su racismo, reivindicación de la esclavitud, persecución, torturas y matanza de personas afrodescendientes en Estados Unidos hace algunas décadas atrás? ¿También habría formado parte de la Expo Historia?
Ya que fue más que evidente la sorpresa de alguna gente al ver estos artículos exhibidos como trofeos que recuerdan el genocidio más atroz en la historia del mundo, perpetrado y alentado por la ignorancia, el odio y el fanatismo de una Alemania que había perdido su rumbo.
Y hasta el momento, como no he visto a nadie referirse sobre ese hecho, quiero hacer un comentario final al respecto, recordando el editorial de una revista que se distribuía a la entrada del evento, haciendo hincapié en un viejo adagio que expresa lo siguiente:
“El que no sabe de dónde viene, no sabe para donde va”.