Obvio que viendo en ocasiones entrevistas de la CNN en español –sobre Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua, principalmente-, los paneles de “analistas” de la TVE, así como algunos noticieros de nuestro medio, García Monge me explica entonces la crisis profundísima del periodismo. Y es que cuando el periodismo pierde el rumbo, la sociedad sufre grotescamente sus consecuencias; los campesinos son despojados de sus productos, los niños deambulan como antisociales, la prostitución es un oficio necesario, la inseguridad ciudadana es un negocio y el hambre una necesidad comercial. El debate de ideas es trivial, la corrupción y la impunidad alzan vuelo y lo “light” surge como el paradigma “civilizador”. Los bribones son personajes de primera página.
Se entregaron indebidamente fondos de los costarricenses por ¢25.000 millones para una trocha fronteriza y ahora resulta que todo obedece a “una campaña” de desprestigio contra Costa Rica (La Nación 30/5/12), cuando de lo que se trata es encontrar la verdad, sobre si hubo o no destrucción ambiental; se trata de averiguar si una declaratoria de emergencia posibilita la destrucción o no de la naturaleza; si estas “emergencias” son o no una nueva mina para los corruptos. ¿Dónde están esos fondos? ¿Cuáles son las conexiones de estos personajes con los partidos políticos? No se trata de hablar de campañas de desprestigio. Recordemos que antes de que volviéramos los ojos a la abandonada isla Calero circularon versiones de que una agencia norteamericana levantaría en dicha ínsula un centro de comunicaciones que se entrelazaría con barcos de guerra que, por “coincidencia” en esos días, pedían permiso en la Asamblea Legislativa para atracar artillados como parte de la “guerra contra el narcotráfico”.
Cierto que hoy resulta difícil ser periodista -en nuestro país los han eliminado también- pero, salvo mejor criterio, la dificultad radica en algo más complejo que Bertolt Brecht descubrió antes que la agencia SEP: “ Quien quiera hoy día combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer, por lo menos, cinco obstáculos. Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier; la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier; el arte de hacerla manejable como un arma; criterio para escoger a aquellos en cuyas manos se haga eficaz; astucia para propagarla entre éstos. Estos obstáculos son grandes para aquellos que escriben bajo la férula del fascismo, pero existen también para aquellos que fueron expulsados o han huido, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa”. Era dramaturgo y tengo entendido que no registra matrícula alguna en escuelas de periodismo alemanas. Puede que alguien salga al paso diciéndome que en épocas “modernas” este ilustre alemán está trasnochado; sin embargo, eso no es óbice para abandonar la búsqueda de la verdad y la justicia. Si quieres encontrarlas pregúntate: “¿No tienes enemigos? ¿Cómo que no? ¿Es que jamás dijiste la verdad, ni jamás amaste la justicia?”. Santiago Ramón y Cajal, citado en Eduardo Galeano, Los hijos de los días, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2012, p. 386.