La idea de “desarrollo”

Históricamente, los primeros han actuado con el fin de “civilizar” a los primitivos bajo la corriente colonialista. Pues bien, en la sociedad contemporánea mundial

El imperativo moral de actores poderosos (políticamente, culturalmente y económicamente) anuncia su benevolencia para ayudar a los “desfavorecidos”, mientras estos creen en esta concepción sin tener claro lo que significa realmente.

Históricamente, los primeros han actuado con el fin de “civilizar” a los primitivos bajo la corriente colonialista.

Pues bien, en la sociedad contemporánea mundial se vive el neocolonialismo desde la perspectiva desarrollista, es decir, cuando los actores “desarrollados” apuntan a “desarrollar” a los actores “en desarrollo”. Estas concepciones incursionan en un legado de explotación continua, lo cual legitima una posición o discurso “oficial”, como la aceptación de una desigualdad natural donde existen desarrollados y subdesarrollados.

Las innovaciones en el “desarrollo” son estrategias o mecanismos del régimen capitalista para poder reacomodar sus  formas de expansión y acumulación, como de sus propias contradicciones destructivas. Es por ello, que las innovaciones tecnológicas y la actual “sociedad del conocimiento” condiciona las relaciones sociales y las convierte en meras relaciones mercantiles.

En la trivialidad dominante, prevalece el sinónimo de la “idea de desarrollo” igual  a crecimiento económico, a la acumulación, y así llevar una debida distribución ante todas las capas o esferas de una sociedad determinada. Por lo general, esto ha producido marcos interpretativos o mejor dicho “impositivos” en cuanto a la uniformidad del pensamiento de las acciones ejecutadas por cada pueblo. Su referente ha sido y es en primera instancia lo foráneo, es por ello que la Red de Nuevo Paradigma ha desempeñado un estudio sobre la aprehensión desde lo local y no fenecer imitando desde lo global.

La emergencia de un discurso oficial se ha hecho latente en América Latina y en otros lugares de la esfera terrestre, esto con el fin de crear un nuevo régimen de acumulación y representación del capitalismo global. Este el caso de la concepción del desarrollo económico local (DEL). El último es impulsado por parte de entes internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y su Fundación Interamericana, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES).

Estos entes mencionados anteriormente conceptualizan el DEL, o más bien proponen que es una contestación frente a los programas de ajuste estructural apoyados por los organismo financieros internacionales en el período de los años ochentas y noventas, fundamentalmente busca la revalorización de la producción local como de los mercados nacionales, sin postergar las potencialidades de éste en el comercio internacional.

Por otra parte, el DEL también se concibe como un proceso y no un fin, es un esfuerzo continuo de cambio y renovación, como menciona Valenzuela (presidente de la Fundación Interamericana en el 2001) en una entrevista: el actor indispensable en esta estrategia reside en la unidad gubernamental-administrativa como el municipio.   También, lo concibe como el proceso de concertación entre las ventajas y oportunidades propias del territorio, es decir, de sus recursos locales y las ventajas comparativas.

Si se realiza una comparación conceptual, el discurso oficial o la posición hegemónica sobre la concepción del DEL consiste en que los entes internacionales lo creen como un proceso y de ahí sus medidas y paquetes universales para toda América Latina. Por el contrario, la Red Nuevo Paradigma concibe este concepto como una “idea de desarrollo” y no como proceso, sino más bien como una construcción imaginaria donde prevalece una posición “oficial” que se trata de imponer como “única”.

Dicha concepción de la “idea de desarrollo” se ha instituido en diversas máscaras, diversos nombres y rostros. Según la Red de Nuevo Paradigma,  ésta se propaga como progreso y modernización, que se oculta bajo civilización y desarrollo; se adorna con promesas bonitas, paz y bienestar; se ofrece cínicamente como ayuda y cooperación; presenta evolucionismo, fases y etapas; los diseños son aplicados globalmente: colonización y globalización; se asegura la resolución de problemas sociales mundiales como el hambre y la pobreza; se apoya en fuerzas neutrales: ciencia y tecnología.  Además, impone reglas globales: leyes internacionales y tratados de libre comercio; e institucionaliza y legitima sus consecuencias: desigualdad e injusticia; lo que realmente promueve, a cualquier costo, es el crecimiento económico para el beneficio del más apto -a nivel cultural, social, político y económico-.

Con respecto a lo mencionado anteriormente, se plantea el concepto de “bienestar común participativo”, y más que una “etiqueta” es una forma de soñar, de imaginar de negociar y construir. Es superar una situación compleja, como de su comprensión. En fin, es construir comportamientos desde un contexto de referencia, con la interacción como estrategia, la ética como garante de sostenibilidad y el respeto de todas las formas y modos de vida. Es el poder de transformación por medio de la acción colectiva a partir de la energía emocional de los diversos actores sociales.

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