La idea de identidad nacional costarricense

Es interesante apreciar como en la mayor parte de la población de Costa Rica se han presentado manifestaciones importantes que reflejan particu-laridades de su identidad cultural que se expresan en cada región. La población del país está constituida por indígenas del Golfo de Nicoya que conforman Guanacaste, una parte de la costa de Puntarenas y […]

Es interesante apreciar como en la mayor parte

de la población de Costa Rica se han presentado

manifestaciones importantes que reflejan particu-
laridades de su identidad cultural que se expresan en

cada región.

La población del país está constituida por indígenas

del Golfo de Nicoya que conforman Guanacaste, una

parte de la costa de Puntarenas y otras etnias en el resto

del territorio. Además de una diversidad de colonos

españoles en la época de la conquista y de inmigrantes

negros procedentes de Jamaica en un principio.

De tal manera, la identidad nacional puede entenderse

como esa relación con la nación a la que se pertenece,

ya sea por haber nacido en su territorio, identificarse

con sus costumbres y tradiciones o por formar parte de

una comunidad.

El sentimiento de pertenencia del costarricense a su

país fue plasmado en el período de la denominada gen-
eración del Olimpo, brazo intelectual de la democracia

liberal donde fue trazada la idea oficial de identidad na-
cional en un imaginario común para sus habitantes. Esa

época se abocó a distinguir características específicas

fundamentales, el carácter pacífico de los costarricenses

y el origen blanco de su población. Ambas particulari-
dades completamente alejadas de la realidad, como bien

lo expuso Constantino Láscaris al decir: “El Guanacaste

y la costa de Puntarenas ofrecen una población, ya inte-
grada desde la colonia, resultante de la mezcla de sangres

india, española y negra. Tanto el aspecto físico, como las

costumbres lo demuestran.” (EC. 1975. p. 27)

Siguiendo a Láscaris, el origen étnico de la población

costarricense se reconoce en una identidad plural muy

marcada que se expresa a lo largo y ancho del país a

través de la convivencia entre sus habitantes, la orga-
nización de sus familias, la forma en que se desarrolla

la política, las instituciones sociales, la economía y la

participación ciudadana.

Encontramos que la identidad del costarricense al

ser tan heterogénea por su origen étnico y las formas

de relacionarse unos con otros, genera diferentes tipos

de habitantes en nuestro país. Los guanacastecos origi-
narios de la península de Nicoya, la gente costera del

pacífico norte, Pacífico central y sur en Puntarenas,

Limón en el Caribe y los españoles inmigrantes en lossiglos XVII y XVIII provenientes de

diferentes provincias de la Península

Ibérica con sus costumbres y tradi-
ciones religiosas propias que pasaron

a llamarse los enmontañados en el

Valle Central.

Pero llama la atención este último

grupo en la historia de Costa Rica,

por el interés de la Iglesia Católica

de obligarlos a bajar de las montañas

para vivir en las ciudades bajo la

autoridad política y religiosa impe-
rante.

Un ejemplo es la referencia al

cura Guzmán y Echeverría, quien

en 1775 presionó a los enmontañados

de Escazú a vivir en la ciudad, de-
clarando: “parece deberse atribuir

a contumacia de los vecinos del valle

de Escasu que pretenden quedar vivi-
endo en la incristiana libertad que

tienen en sus retiros, siendo (como

es), muy sierto según me enseña la

experiencia de tan largo tiempo que

son los más necesitados de discip-
lina Christiana, y política en cuia

atención se me haze indispensable

su reducción a Poblado.” Sibaja L.

1970. “Los orígenes de Escazú”. Re-
vista Universidad de Costa Rica. Nro.

28. p.101.

Sin embargo, a pesar de la amen-
aza de reducirlos a poblado, esta no

logró su objetivo y se destaca, un sec-
tor de montañeses del Valle Central

renuente a cumplir los sacramentos,

desde la época de la colonia.

A fines del siglo XVIII el Arzo-
bispo de León excomulgó a todos los

costarricenses en dos oportunidades

por no pagar los diezmos y en 1782,

un informe eclesial indicaba que solo

un 10% de la población asistía a la

iglesia los domingos, como también lo

refirió Láscaris en El Costarricense.

Así, la historia de Costa Rica ha

tenido muchas aristas como se ha po-
dido apreciar en su cultura y religión.

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