La pistola del capitalismo burocrático

El capitalismo y su sicario burocrático tienen una pistola apuntada a nuestras cabezas. Una pistola metafórica, pero con balas muy letales.

El capitalismo y su sicario burocrático tienen una pistola apuntada a nuestras cabezas. Una pistola metafórica, pero con balas muy letales.   Un revolver herrumbrado por la corrupción. El capitalismo funciona, pero necesita regulación para temas de bien público y no hay regulación con corrupción.

Tiempo atrás estábamos amenazados con no comer, vestir o no tener techo, de no hacer suficiente dinero. La gente encontró techo, apilando hijos junto a padres, comer y vestir más barato gracias a mejoras productivas, competencia, la mano de obra esclava de importaciones de regiones sin ley o la ropa americana. Más recientemente, las amenazas se volvieron más simbólicas, pero igual de reales. La amenaza era a nuestro inflado ego consumista. Necesidad creada y acicateada desde múltiples plataformas de promoción y por la dinámica social. Marcas destinadas a resolver este conflicto, surgen para proveer este glamour a un precio más barato u ofrecer substitutos que exigen un compromiso, pero a un precio accesible, que parece satisfacer a las masas desprovistas y egocéntricas.

Ciertas antítesis al consumismo predican el encuentro con las riquezas interiores, religiones, corrientes espirituales, el arte, irónicamente Hollywood, entre algunos y el abandono o desaceleración de la carrera materialista.   El bien a ganar es la paz interior, en el mundo frenético del consumismo.   Guerra anticapitalista que capitaliza, muestra de su dinámica paradójica, porque tiene perfil de fuerza natural.

Entonces la pistola. Para obligar a las multitudes arrastrarse a laborar en empleos con cero creatividad, disminuidos prospectos de superación, horarios esclavistas, mal salario, había que amenazar algo mayor. Se amenaza nuestra salud. En Estados Unidos, desde hace mucho tiempo, el pobre se puede morir de salud, por pobre, y un rico con similar padecimiento, sobrevivir. Costa Rica, por muchos de esos años, fue prueba inexpugnable de la compasión y solidaridad de la democracia, en cuanto a la igualdad de auxilio en caso de enfermedad. Actualmente, la caja es un gigante que colapsa por hambruna de recursos. Seguir pagando este seguro, cada vez más inútil, nos permite, además de sobrevivir nosotros, preservar este valor y con ello custodiar la paz que aún se goza en el país más felizmente ignorante de su condición. La alternativa para protegerse algunos son los seguros privados. Muy caros de pagar sobre el seguro regular, pero por lo expuesto, necesarios.

Atascado en la burocracia médica, esperando una cita, el equipo o especialista necesario o simplemente brincando entre departamentos, rogando que le encuentren su expediente que se “perdió”, Ud. se puede morir, según de lo que esté enfermo y/o su suerte. Aunque todavía si se topa con suerte, a veces mucha, puede salvarle la vida y ahorrarse millones. No por mucho tiempo. Los que esperan una cita tienen la posibilidad de que se les ocurra que su padecimiento es demasiado grave para esperar, porque así se sienten, o se los dice su consternada familia. Que se dirijan a una clínica privada, vendan algo, metan un tarjetazo, pidan prestado y tal vez, a tiempo y según el asunto, salven una pierna, un miembro, un órgano o sus vidas. Otros no tienen alternativas. Otros saldrán con una acetaminofén a morir a casa o morirán de espera.

Como buen escritor, paranoico y neurótico, no me puedo fiar de esta clase de azar y vivir en paz. Siento una pistola en la sien y el tictac del reloj. Si me enfermo (ojala no un ser amado), de algo imposible de tratar adecuadamente y/o a tiempo en la caja, si todavía es funcional, muy caro de curar privadamente, con carácter urgente, no hay seguro privado que me cubra. Como en USA. Y con esa arma sobre la sien sigo mi vigilia, en vela hasta encontrar esa gran entrada de dinero que me asegure a mí y a los míos de NO morir o no padecer, sabiendo que el tratamiento o la cura existen. ¿Capitalista esclavo si es necesario?

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