La prensa internacional nos anuncia con justificada reserva y cautela, el inicio por enésima vez de las negociaciones de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, suspendidas por casi tres años, debido a las constantes agresiones e intervenciones del ejército israelí, en los puestos de control político-militar contra la población palestina, la ingerencia intolerable del gobierno de Israel en los asuntos internos de la administración de Hamás en la Franja de Gaza, que por mandato electoral su pueblo eligió democráticamente a sus dirigentes en marzo del 2006.
Ante esta decisión política del pueblo palestino, el 7 de abril aviones israelíes realizaron tres ataques aéreos contra Gaza, afectando a la población civil. Días después, la artillería bombardea el norte de Gaza causando muerte y destrucción sobre varias comunidades. Mientras estas agresiones militares se daban, amparadas a la cotidiana impunidad, la Unión Europea y Estados Unidos anunciaban la suspensión de sus aportes financieros y el congelamiento de las cuentas bancarias internacionales del limitado gobierno palestino de Gaza.
Pese a la escalada de violencia del Estado israelí, el Movimiento de Resistencia Islámico ha venido respetando el cese al fuego en reiteradas ocasiones, e inclusive no descarta la posibilidad de convenir la creación de dos estados, uno judío y otro palestino. Eso supone reconocer la legitimidad del Estado de Israel; lamentablemente, los poderosos intereses económicos, políticos e industriales, vinculados fuertemente con la actividad militar, no han permitido crear un espacio razonable de reflexión y análisis para validar el propósito y el compromiso, cuyos fundamentos teóricos, políticos y filosóficos, sirvan de base para futuras negociaciones de paz.
De nuevo el 27 y 28 de diciembre del 2008, la aviación y el ejército sionista israelí llevan a cabo una de las más criminales y brutales acciones militares desde 1967, contra la población de Gaza, denominada operación «plomo endurecido», causando centenares de muertos y miles de heridos, destrucción de escuelas, mezquitas, hospitales, edificios de gobierno y viviendas, calificados como objetivos militares para quebrar la resistencia histórica del pueblo palestino, que ha demostrado a la comunidad internacional muchas veces indiferente e insensible ante el conflicto palestino, el grado que ha alcanzado de unidad en la lucha durante sesenta años de ocupación y represión militar colonial, imponiéndoles desde hace años un deshumanizado bloqueo económico, político y cultural a un millón y medio de palestinos, donde se les priva de las más elementales necesidades de alimentación, combustible, electricidad, medicamentos y suministro de agua.
Las libertades, y el estado de derecho del pueblo de Gaza han sido suprimidos, dificultándose su desplazamiento dentro de su propio territorio.
Ahora, el sufrimiento no termina, y todas las expectativas, deseos y esperanzas de paz y libertad, dentro de sus más nobles aspiraciones con la creación del Estado Palestino, se postergan, dejando de lado la ansiada paz para toda la región, convirtiéndose, la acción criminal israelí, según la Ley internacional, en un crimen de lesa humanidad de guerra, de exterminio masivo, de genocidio, que constituye en su naturaleza y contenido, en un terrorismo de Estado, develando ante la opinión publica internacional su farsa, demagógica y montada política de paz en Medio Oriente, carente o vacía de los principios elementales de convivencia política, de coexistencia pacífica, y de respeto a la soberanía y autodeterminación del pueblo palestino. Cada país, tiene el derecho irrenunciable de elegir democráticamente a su gobierno.
El Movimiento Hamás, como ha sido reconocido por los países islámicos, es parte esencial del tejido social, cultural y político del pueblo palestino de Gaza, que ha depositado su confianza y credibilidad en sus autoridades, en sus líderes como garantía de la supremacía de la Ley, sus derechos políticos y la seguridad territorial.
En su esfuerzo nacional por lograr la creación del Estado Palestino y haciendo uso de su legítima representatividad política, ha planteado -en concordancia con varias resoluciones internacionales de la ONU como la 194, y las convenciones sobre derechos humanos- la creación del Estado Palestino soberano e independiente, sin ejército de ocupación, sin vergonzosos muros, sin ilegales asentamientos ni colonización, ni confiscación de tierras, ni denigrantes controles militares, por el levantamiento del bloqueo, que causa muerte, angustia y dolor entre los habitantes de Gaza.
Estas acciones y esfuerzos colectivos no han encontrado una respuestas política justa y razonable de parte del gobierno sionista, que haciendo gala de su prepotencia y omnipresencia militar, pone oídos sordos.
Ante las pocas esperanzas que surgen en torno a las negociaciones por alcanzar la paz, es imperativo que los organismos internacionales: Unión Europea, Consejo de Seguridad, y la Comisión de Hoja de Ruta, asuman con responsabilidad y compromiso su papel, exigiendo al Estado de Israel que abandone la violencia, y suspenda sus continuos asesinatos y ataques a la población de Gaza, acatando las resoluciones de las Naciones Unidas, y el sentir de los pueblos del mundo por la paz.