Los costarricenses y los nicaragüenses debemos procurar mantener un sano juicio sobre los acontecimientos suscitados recientemente sobre el río San Juan; se han señalado elementos que sustentarían la causa del conflicto, hipotéticamente, pero, creo que no está de más insistir en una antigua variable, que ha resultado constante y cierta a través de la historia.
Me refiero al espíritu de empresa privada, agresivo, expropiador, sin contemplaciones, no renunciando al genocidio, entre otros medios, y que, constituye la esencia del sistema capitalista, tal su fuerza avasalladora, que hasta los puritanos habitantes del la costa este de USA, con la Biblia en la mano, se lanzaron salvajemente hacia el oeste, arrebatando territorios a los pueblos originarios y aniquilándolos, en uno de los más grandes genocidios.
Luego invadieron México y le cercenaron más de la mitad de su territorio; posteriormente, bajo la Doctrina del Destino Manifiesto, el filibusterismo, que es una de sus formas, se propuso esclavizar nuestro pedazo de América., siendo siempre su brazo financiero el capital transnacional, encargado además de tejer las intrigas para producir los conflictos.
Así fue como, recién pasado el conflicto de 1856 con los filibusteros, lograron que surgiera un conflicto entre Costa Rica y Nicaragua por los derechos del río San Juan, codiciado porque constituye buena parte de una posible vía interoceánica.
En otro ámbito, el capital transnacional henchido de codicia por las ganancias, provoca las trágicas guerras del Chaco, por el petróleo y del Pacífico, entre Chile, Bolivia y Perú, por el salitre y el cobre.
Los hechos descritos anteriormente, evidencian la esencia del sistema capitalista; por lo tanto hay que mantener el buen juicio y no caer en la trampa de la distracción y el engaño que llevaría a ambos pueblos, el costarricense y el nicaragüense, a ahogarse en un mar de sangre. El peligro es mayor porque el Gobierno autorizó la permanencia de tropas extrajeras, de USA, con el fin, dudoso, de librar militarmente “La lucha contra el narcotráfico” en el mar y tierra firme del Caribe, precisamente la zona del conflicto, por lo cual los pueblos de Costa Rica y Nicaragua deben permanecer vigilantes.