La publicación en el Semanario UNIVERSIDAD de la nota “Construcción de trocha fronteriza favorecería a grandes empresarios de la zona y a petrolera Mallon Oil”, nos requiere que reiteremos nuestra posición con el fin de que, por la brevedad de esta, no se preste a malas interpretaciones respecto a la posición de la Fundación Neotrópica. Nuestra posición se expresó con motivo de las declaraciones de la presidenta Chinchilla desde China refiriéndose a la iniciativa de comunicar la Bahía de Salinas con la costa del Caribe costarricense, incluyendo el reacondicionamiento de la Ruta 32. La presidenta lo llamó un “Corredor Logístico” que comunicará Moín con esa zona, no descartando la construcción de infraestructura portuaria en la bahía guanacasteca.
En todo caso, dijimos, que si se decidiera aprovechar la infraestructura existente para crear ese corredor logístico, los posibles impactos ambientales de esta deberían ser considerados en tanto, conforme lo ha señalado el Informe sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá, se localizan en estas rutas importantes áreas de biodiversidad en cuanto a su tamaño, que son fuente de nacimientos de agua y de generación de otros servicios ambientales de gran importancia.
Lo cierto, hemos dicho, es que se ha construido ya buena parte de una red vial que se proyecta, conforme los mapas publicados en la prensa del país, con una infraestructura total de casi 500 km y que comunicaría Murciélago en la costa Pacífica con Delta Costa Rica, incluyendo al menos 8 rutas de penetración, desde diferentes puntos al sur de La Trocha (comunicándola con Moravia, Boca Tapada, Puerto Viejo, Ticabán, etc.).
Al existir esta infraestructura, en zonas que se han identificado como áreas de potencial exploración para petróleo y gas natural, se facilita la posibilidad de la exploración y explotación del gas natural a corto plazo y a mediano también del petróleo. Aparte de la Mallon Oil, existen intereses de otras entidades de realizar esta labor, entre ellas el ICE. Asimismo, es plausible que el desarrollo de este corredor incentive las actividades de exportación en la zona, incluyendo la expansión de las actividades agrícolas y agroindustriales existentes, como lo es la actividad piñera. Estas actividades son seriamente cuestionables respecto a responder a las aspiraciones del país de mantener un perfil verde.
Por ello, es importante entonces que las organizaciones ambientalistas propongamos al lado de las necesidades de mejorar la situación de la conservación en la región, alternativas para una vía de desarrollo verdaderamente sostenible, en una escala apropiada y que promueva opciones endógenas, solidarias y culturalmente adecuadas. Así, por ejemplo, la zona norte tiene ya un antecedente de turismo en pequeña y mediana escala, que le da una base de capital humano con la cual explorar iniciativas en nichos especializados, como el turismo rural comunitario, el agroturismo, el etnoturismo y otros.
Para ello se deben corregir las deficiencias en el control, la vigilancia y la participación comunitaria en la conservación de áreas silvestres protegidas, como los Refugios de Vida Silvestre Corredor Fronterizo, Barra del Colorado y Maquenque. Se les debe dotar de recursos económicos y planes y herramientas de manejo apropiadas. Asimismo, se debe aprovechar el prestigio y reconocimiento alcanzado a nivel mundial por áreas como la Reserva de la Biósfera Agua y Paz, para atraer más recursos de iniciativas de financiamiento para los proyectos de los actores locales.
Ello permitiría consolidar el mosaico de atractivos naturales que estimule el desarrollo de un polo turístico, con la escala apropiada y sostenible, que podría atraer amplia actividad económica basada en las contribuciones que pueden dar estas áreas. Vale recordar que de acuerdo con los estudios de la Universidad Nacional de Costa Rica, los Parques Nacionales y Reservas Biológicas contribuyen a la economía del país con una suma anual estimada al año 2009 de $ 1.300 millones en ingresos turísticos, agua para energía hidroeléctrica, empleos directos e indirectos y otros (5% del PIB).
