En realidad, no es de extrañar. El país parece estar al revés en todo lo demás. Los pobres que no usufructúan de nada, votan por los partidos mayoritarios que los mantienen pobres.
Se están distribuyendo drogas a menores de edad en los barrios de las clases medias/burguesía (me consta pues lo he visto).
No se encuentra una patrulla en la calle o a pie, un policía. Se celebran las hazañas internacionales del país sin que se logre comprender con claridad cuáles son dichos logros. Y cuando una institución alcanza el ránquin de 16 de 100 universidades latinoamericanas y el ránquin de 387 de 5000 universidades mundiales, ni se menciona casi en la prensa. Se está viviendo de sombras sin solidez. Parte del engranaje de la propaganda de “un mundo feliz”.
Cuando la policía irrumpió en la ciudad universitaria no era de extrañar. No pidieron permiso a la rectoría, como es el acuerdo. Vinieron armados con chalecos antibalas y escopetas para arrestar a un corrupto que no estaba armado y no era violento. No podían esperar, como indicó la rectora, a que este saliese del trabajo y luego arrestarlo. No era de extrañar, pues el entrenamiento militar en la academia de policía propaga valores de clase baja, en vez de producir un policía.
No se cumple con el control del crimen, pero si se asalta una ciudad universitaria. No me extrañaría si en la mente de esos jóvenes muchachos policías, la ciudad universitaria en vez de ser una de las pocas luces verdaderas que quedan en el país, está repleta de personajes subversivos, minorías flamantes de tipo sexual y narcoadictos. En sus mentes, no es una universidad que se compare con las privadas, muchas de las cuales se anuncian en campos pagados en los periódicos, como “las mejores universidades del país”. Produce tristeza que universidades que no producen publicaciones nacionales, latinoamericanas o internacionales de ningún tipo, busquen propagandizarse así, por el solo hecho de pertenecer a un club comercializado de universidades extranjeras. Desde luego, la propaganda tanto estatal como empresarial de “un mundo feliz”, estaría de acuerdo con ese matonismo de la policía y esa falta de entrenamiento de un ciudadano guardián. A lo que ha llegado Costa Rica. Otrora tiempo, nuestra querida y amada Suiza centroamericana.
No es de extrañar que saliesen casi en forma cronificada, una serie de mediocridades por la prensa, la radio y la televisión lamentando la existencia de un Estado dentro de un Estado y la violación de la soberanía nacional. Hasta el ejemplo del Vaticano fue usado en contra de la Universidad. En fin, una cantidad considerable de hostilidades fue vertida en los primeros días, contra la Universidad de Costa Rica. Repito que no nos debe asombrar el acontecimiento, pues se ha intentado atontar al país y producir opiáceos de diversos tipos para encubrir ese hecho. Acontecimientos similares ya ocurrieron hace años en los Estados Unidos.
Yo estaba presentando a una científica de gran renombre mundial en el auditorio de la Facultad de Farmacia, cuando entró un policía con su chaleco de balas, escopeta y revólver a inspeccionar si el fugitivo se encontraba entre el público. Causó muy mala impresión. Otro científico extranjero que se encontraba en el auditorio, también tuvo comentarios de asombro al respecto.
La Universidad de Costa Rica consta de una rica tradición y estándares de excelencia. Las personas que salen graduadas de ella no posan un peligro a la salud pública, a la ingeniería de caminos y puentes o a la administración económica. La Universidad de Costa Rica exige exámenes de admisión (a igual que las demás universidades nacionales).Los que reprueban van a las universidades privadas. Así logran éstas comercializar a las juventudes intelectualmente no competitivas del país. El viejo refrán “lo que Natura no da, Salamanca no presta” no parece aplicar en esos lugares. No comprendo que le ocurre al expresidente Arias cuando su fundación formula tratados con dichas anomalías en la educación superior.
Como dije anteriormente en otro artículo, creo que el presidente ha perdido la oportunidad de convertirse en un intelectual latinoamericano. De nuevo, no es de extrañarse, si bien cuesta comprender el porqué de dichos eventos. Cuesta comprender como los medios de comunicación han sido tan domesticados. Cuesta comprender como la gente más pobre sigue votando por quienes no los sacan de la pobreza. Cuesta comprender cómo ni el Ministerio de Educación ni los Colegios Profesionales piden exámenes de incorporación. Cuesta comprender cómo la tercera parte de la fuerza obrera es explotada y la Iglesia Católica no levanta su diestra de protesta en contra.
La Universidad de Costa Rica tiene sus raíces en las tradiciones del medioevo. Es libre y como casi todas as mejores universidades del mundo tiene tratados con el Estado al respecto de la irrupción de la policía, sea judicial, militar u otra. Aunque un océano de mediocridades denunciase esos tratados, siguen siendo las tradiciones más viejas y honorables de nuestra civilización y cultura occidental.