La Virgen de los Tugurios

Ambas ciudadelas parecen ser la consecuencia de una misma condición del pecado. El uno armado de lujuria y arrogancia, y el otro de desesperación

Si cuidadosamente analizamos ciertos rasgos del panorama nacional, particularmente aquellas que se han exacerbado en los últimos 25 años, encontraremos que existe una dialéctica letal entre Guachipelín de Escazú y los Guidos de Desamparados. Son dos extremos de una misma llaga.

Ambas ciudadelas parecen ser la consecuencia de una misma condición del pecado. El uno armado de lujuria y arrogancia, y el otro de desesperación y criminalidad. Muchas veces me pregunto si un mismo sistema económico puede conllevar tantos estados de materia grave  pecaminosa.

Esto se sospecharía al examinar dichos opuestos. Guachipelín viviendo en orgías multimillonarias y Los Guidos desesperando de la existencia de un Dios misericordioso, que logre aliviar sus miserias. Tan opuestos los dos y a la vez tan parecidos en materia de lo antihumano. Creo que quizás Guachipelín y su clase dominante están produciendo los Guidos de Costa Rica. ¡Vaya tugurios y barriadas de los pobres! ¡Vaya mansiones y palacios de la lujuria!
 Cada vez que la tímida y algo controlada televisión nacional expone una batida contra las drogas, se denota el grado de tugurio en que viven barrios enteros. Desde luego el PCD no parece allanar jamás los tugurios inmorales de Lomas de Ayarco y otros salvajismos similares revestidos de palacetes. Quizás teman inculpar a aquellos  que invierten cuantiosamente en el narcotráfico y la narcolavandería. Siempre es al pobre y pequeño narcotraficante con veinte piedras de crack y diez cigarros de marihuana, al que se allana. Me parecen tantos intentos de disimular el problema y no investigar al que hace veinticinco años vivía como clase media pobre y hoy en día habita en una mansión. La tímida televisión y la semicontrolada prensa, no abarcan ni embisten el problema de esas fortunas sospechosas e inexplicables.
 Mucho del sueño actual del pobre costarricense, se ha convertido en una pesadilla de gastos imposibles de llevar a cabo. Condicionado a un consumismo inmoral, se deshace en fraudes vacacionales, compras fuera de su capacidad de pago y un estado psicológico similar al de un adicto a una droga. Pagar la secundaria privada de sus hijos ya no es una opción para la clase media. Deben ir al colegio público donde existen pandillas y vendedores de drogas en mayor número. El costo de vida ha subido de forma inmoral y no es posible vivir ya como miembro de la clase media, a manera de un  antaño feliz. Están dirigidos por la gigantesca propaganda lanzada a favor de un modelo corporativo, con la finalidad de enriquecer al dueño de la empresa y empobrecer su propia condición de vida.
 El ambiente es hostil y agresivo, pues quiere que me deshaga como persona para producir al yo-cliente, que necesitan unos consorcios indiferentes a mi evolución humana. El tugurio es la llaga que no lleva una venda y Guachipelín la que sí la ostenta. Ambos  son infecciones. Con razón, los medios de información colectiva ocultan al tugurio y hablan de una Costa Rica que triunfó en Guachipelín. ¡En Escazú, en Santa Ana y en Lomas de Ayarco! No ya el comedido millonario de antes, sino la nueva Babilonia, repleta de vicios y costumbres adversas a toda enseñanza religiosa y moral de la humanidad. Es un acontecimiento antropológico de un hecho antropofágico. Es un ambiente hostil que busca separar  el uno del otro y que en las palabras de Bauman proliferan lo no cívico. A eso debemos añadir lo no interpersonal y lo carente de un yo con un tú. Escondidos pues, detrás de una avanzada y múltiple tecnología asequible a solamente unos cuantos, dejan atrás las relaciones de civilización y cultura de otros tiempos. Se está creando un hombre ahistórico y acultural. Un salvaje con una máquina. Un bárbaro sin virtud o moralidad.
 El modelo y el paradigma humano de lo empresario deja cicatrices en el alma  del costarricense. Convierte al tico en pandillero y luego lo condena como la escoria que rehúsa un reciclaje. Lo convierte en un residuo tóxico de esa nueva bestialidad humana.  Nuestro país no es un “business deal” (un negociazo), es una patria. Los Guidos son la sombra de la Cruz que acusan a Guachipelín. Guanacaste tiene dos caras en la actualidad, una de desocupación y pobreza y la otra de una hotelería que reúne a los millonarios del mundo. El contraste sobrepasa el concepto de la desigualdad y entra en el concepto de materia grave pecaminosa. Firmas extranjeras invierten enormes cantidades en esos contrastes salvajes entre el pobre desocupado y el multimillonario internacional que disfruta de piscinas, restaurantes de lujo, jacuzzis, salones de masajes y todo tipo de hedonismo imaginable. Es lógico que exista un tráfico sexual de menores en esos hoteles de ultralujo, si bien de manera subterránea. Es inevitable, pues todo contraste extremo, busca usufructuar de la condición del necesitado para satisfacer los vicios del pudiente.
 Lo más interesante es esa obsesión mundial con una economía básicamente inmoral. Claro está, se producen trillones de dólares anualmente llevando a cabo la destrucción del ser humano. ¡Pero la sangre del inocente Abel clama a Dios desde la tierra! La  sangre de los inocentes la encontramos vertida en los charcos de los tugurios. La nueva Babilonia se edifica sobre los cuerpos desnutridos de los habitantes de la miseria. ¡Está borracha esa prostituta de Babilonia, con la sangre de los santos!
 A diferencia de la obra exquisita de Vallejo (la Virgen de los Sicarios), nos debemos preguntar si en el día de la Virgen,  cuando los sicarios no matan,  acaso no  los seguirán matando con  miseria. Es una pregunta que nos  plantea un análisis  religioso nuevo y distinto en materia de lo moral. Aun desarmados y a los pies de la Virgen, los siguen asesinando. ¡Eso es el significado de la Virgen de los Tugurios!

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