Las malas costumbres

No profundizo al respecto, pues sobre la función del periodista ya lo hicieron próceres como Joaquín García Monge, José Arcadio Montero. Me conformo con

Tres décadas en el periodismo me enseñaron que entre esta profesión y las relaciones públicas  hay una invisible línea -sumamente peligrosa – para la búsqueda de la verdad, el ejercicio serio de la actividad  y la normal agitación de las neuronas.

No profundizo al respecto, pues sobre la función del periodista ya lo hicieron próceres como Joaquín García Monge, José Arcadio Montero. Me conformo con creer que el periodista costarricense  prioriza de el “qué” por pereza mental y relega el “por qué”, el “cuándo”, el “dónde” y  el “quién”  periodístico por decisión propia y no por ignorancia.
Sí… es una elección filosófica quedarse solo en el “qué”, como también lo es profundizar en los otros elementos. Así nos enseñaban los profesores Marielos Giralt, Juan Mario Castellanos, Hugo Assmann, Félix Loarca, en la vieja escuela de periodismo. Pero cuando un periodista renuncia al “ porqué” de las cosas – para evitar menos agitación de neuronas –  el “qué”  pasa a  manos de quienes  hacen de él una licencia de corzo. Caímos en el “corronguismo”, el periodismo mediático, “light”, o póngale el nombre que usted quiera.
Lo anterior viene a acotación  con el más reciente Informe del Estado de la Nación,  la Encuesta de Hogares y  la polémica que las cifras causaron entre  el gobierno encabezado por el presidente don Óscar y su hermano don Rodrigo Arias Sánchez y telenoticias del canal 7. El Gobierno reclamó recientemente a Telenoticias no haber dicho la verdad sobre los esfuerzos hechos para paliar la crisis;  este aduce que  es un programa de noticias y no de relaciones públicas. El Gobierno arguye  que gracias al aumento que hubo en las pensiones del régimen no contributivo, así como en el sistema de becas y otras medidas de carácter social,  evitaron que la pobreza se disparara. Nos recordó además los efectos devastadores que hubo en Costa Rica  por la  crisis de 1980, cuyos orígenes, según mi modesto entender, nada tiene que ver con la que padecemos hoy; sin embargo, reconozco  que como elemento argumentativo  resulta  interesante.
Así, si  las comparaciones de la crisis actual con la del gobierno de Rodrigo Carazo (1978-82)  son válidas, debo, entonces, demostrar mediante el “porqué,” cómo  los orígenes entre ésta y otras crisis fueron distintos. A Carazo se le agudizó la  situación cuando rechazó el Programa Ajuste Estructural de la Economía (PAE) que exigía el Banco Mundial  (que en la administración siguiente  Luis Alberto Monge no titubeó en adoptarlo con creces). Para peor de males o para que Carazo entrara a la historia, él echó de la casa presidencial  a unos delegados  del Fondo Monetario Internacional (FMI) que vinieron a decirle cómo manejar la política financiera. Esta crisis del 80,  siguiendo la comparación política y a manera de ejemplo,  no tuvo referencia con  otra crisis anterior sucedida aquí en la primera década del siglo pasado, cuando los hermanos Tinoco, prácticamente, controlaban todo desde la casa de gobierno; ni con la crisis de 1929. Son simples crisis si aplicamos solo el “qué”, pero no iguales si sobre ellas recae el “porqué”.
 El “qué” de la última Encuesta de Hogares nos cuenta que la pobreza subió de 17,7% a 18,6% entre julio de 2008 y julio de 2009,  el desempleo aumentó de 4,9% a 7,8% y la desigualdad alcanzó el nivel más alto registrado. Pero si aplicamos el “porqué”, el “cuándo”, el “cómo”,  “quiénes”, el “dónde”, nos encontramos con interrogantes que los periodistas  no se  hicieron en estos últimos 20 años ni la mayoría de los medios de comunicación manifestaron interés alguno. El “qué” nos cuenta, por ejemplo, del puente derrumbado recientemente por un bus, del uso de avionetas y helicópteros del Estado para viajes privados, de la supuesta entrega de un tajo a un viceministro, del saqueo del Banco Anglo, del anterior cierre del Ferrocarril, de comisiones devengadas por equipos comprados por la CCSS, el “porqué” siempre  nos obliga a respuestas y  explicaciones con cierta exigencia lógica.
El “porqué” aplicado a los datos de la encuesta de Hogares y del Informe del Estado de la Nación  nos lleva a preguntarnos  si retrocedimos en 20 años en cuanto a solidaridad humana o, si, por el contrario, estamos enrumbados hacia ser “la primera nación desarrollada de América Latina”, con valores distintos a los que traíamos  históricamente. Usted juzgue: El desempleo nuestro es de 7,8%; España está entre las 10 naciones más desarrolladas del mundo y tiene un 17%. Estados Unidos registró en octubre último un 10% de desempleo. Sigo con noticias positivas para los lectores de UNIVERSIDAD: La Unión Europea acaba de informar en Bruselas que la recuperación económica de los países miembros muestra una recuperación “sostenida”. En la eurozona el desempleo subirá de 9,5% en 2009 a 10,7% en 2010 y a 10,9 % en el 2011. Las nuevas previsiones mantienen a España a la cabeza del desempleo; en el 2011 tendrá un 20,5% de desocupados (Ittp://www.adn.es/internacional. La recuperación económica llega a Europa). ¿Quién se preocupa por quienes tienen hambre en España?
Estoy claro de que en la medida en que fortalezcamos el “qué” informativo, afirmamos sus propias debilidades. Aplicando el “porqué” tendremos una aproximación al problema. Una minoría aumentó en 16 veces sus ingresos respecto de los más pobres, sin que ello signifique, desde la posición  desarrollista, que no estemos cerca de ser “la nación más desarrollada de América Latina”: Nuestra inflación este año es inferior a la registrada en  Argentina, Bolivia, Venezuela, Uruguay. Asimismo, la proporción de los nuevos millonarios ticos está por debajo de la registrada en el mismo período en naciones como Brasil, España, Rusia, China. Es normal que en una centenaria democracia – estoy pensando  como piensan algunos diputados, abogados, banqueros, exportadores, magistrados, policías, empresarios, importadores-  haya “ganadores” y “perdedores”. ¡No caigan en las malas costumbres de preguntar “por qué”.

 

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