Hace más de un mes, nos sorprendió el golpe de Estado que se dio en nuestro país hermano Honduras, poco creíble para quienes pensábamos en un sistema democrático consolidado en América Latina y desde luego creemos no es la vía para la solución de conflictos políticos.
Sin embargo es una campanada para aquellos países que cuentan con fuerzas armadas.
Se puso en evidencia la debilidad de la Organización de Estados Americanos, que por cierto es tiempo para pensar en una instancia para dirimir conflictos y evitar los golpes.
En nuestro país bien lo hizo don José Figueres cuando abolió el ejército, pues él mismo temía ser víctima de un golpe y de no haberse hecho, Costa Rica de seguro tendría el récord en golpizas.
Sin embargo, la modalidad de los golpes son sui géneris, pues se dan en nuestro medio sin que lo sintamos así, tal fue el caso de la reelección presidencial antes de nuestra campaña política pasada y las violaciones a nuestra Constitución a diario que hacen las autoridades que nos gobiernan, de allí que algunos con buena razón le denominamos la dictadura de la democracia.
Es cierto que la debilidad institucional permite que quienes ostentan el poder político, vulneren la democracia pudiendo llegar hasta el fatal golpe de estado.
Quizá en nuestro medio actual, la raquítica oferta política es prueba de la vulnerabilidad y sobre todo de la dictadura de la democracia, pues de antemano se nos dice quienes nos gobernarán en los próximos años, pese a haber experimentado años de ineficiencia.
Costarricenses, pensemos seriamente en la situación en que nos ha metido los gobernantes. Debemos dar un nuevo rumbo político.
2-Set-09