En la Universidad de Costa Rica se prepara un acto de recuerdo cultural alrededor de genio y figura de Juanito Mora. En esta guerra de 1856 perdieron la vida miles de seres inocentes.
Soldados humildes de Nicaragua a mecate de engaño fallecieron en medio de la indiferencia. Soldados de una Costa Rica, pata de tierra, fueron inmolados en una guerra innecesaria.
Un número indefinido de mercenarios fueron acompañados por los “rangers”, soldados de la frontera de Texas. El país llamado la Unión Americana poseía interés en un canal de mar a mar.
Finalizada la guerra de 1856 el grupo Tagarote de New York que perdió la guerra, con las manos henchidas con sangre inocente vertida por soldados de Costa Rica y Nicaragua, pensó haber llegado el momento de tratar de Mora y Cañas.
“Mora y Cañas”—así los denominaban en los periódicos de la Unión Americana.
Historiadores de gran valía de Nicaragua y Costa Rica han intentado una y otra vez narrar el final del genocidio. No les hacen caso.
Cuando el historiador Molina en Alajuela mueve las ramas del infausto árbol de tamarindo infestado de moscas y gusanos, lo llaman algo así, traidor de la Patria, el tagarote del grupo USA… perdió la guerra del 56 y llegó el momento de dar la audiencia para escuchar a Molina, a Cañas y a Mora. El Tratado Cañas- Jerez fue llamado al monumento de la traición y motivó la caída del grupo Mora y Cañas.
Hoy la historia patria cita el nombre de los conjurados contra Mora y Cañas, casi como si fueran grandes hombres de Costa Rica.
Mora y Cañas planean una recontrarrevolución.
Mora escribe una carta al contrabandista que fungía como Jefe: Arancibia.
De puño y letra Mora escribe el nombre, uno a uno, de los costarricenses que, una vez llegado el ejército a San José, ordenó que fueran asesinados al instante.
“Sin juicio, sin formación de causa”, agrega la orden.
Las manos de Mora no conocían el temblor. Había enviado la orden para ejecutar a los soldados heridos que se refugiaron en el hospital de una iglesia.
El Grupo Tagarote de New York quería saber la radiografía del grupo Mora y Cañas.
El informe fue el siguiente: una enfermedad terrible, el cólera, asoló al ejército de Costa Rica. Mora, Cañas y su hermano Joaquín abandonaron el ejército en Nicaragua y emitieron la orden (decreto) más horrible en la historia.
Los héroes enfermos corrían rumbo a la patria, sin agua, sin pan, sin medicinas, sin ayuda de médicos y enfermeros.
Cuenta la historia que deambulaban las carretas, de un lado a otro, sin boyeros, llenas de cuerpos inermes, hinchados.
Nunca en la historia de las guerras un general, un gobernante, emitió la orden que firmó de puño y letra Juanito Mora: Todo soldado enfermo del cólera que intente ingresar a la frontera de Costa Rica, viniendo de Nicaragua se le debe impedir la llega y debe ser fusilado.
Hace unos días hemos terminado de leer un libro escrito por Alex Solís. Es una novela que sigue la pauta de Yo el Supremo…
En esta novela el Doctor Solís nos narra las ideas de un hombre que se cree Dios y que la gente aplaude hasta con las nalgas.
Así es la historia.
Hoy habitamos en una Costa Rica donde la más ingrata norma del servilismo intelectual brinda cada día, cada hora, cada minuto, una interminable cosecha de aplausos. Nada hemos logrado para acercarnos a la verdad.
Puede que solamente quede guardar silencio.
El mapa publicado en el libro “Tratados Wester Mora” nos muestra la nueva patria: Moracia. Tierra de Nicaragua. Tierra de Costa Rica y en el corazón de Moracia… un canal de mar a mar.