No hay nada mejor para enfrentarse en una contienda, que tener el dominio sobre los medios de comunicación de masas, particularmente sobre aquellos que son “los más escuchados, leídos o vistos” por los habitantes de un país.
Ahora, como ya lo ha hecho en otras oportunidades, la Cámara Nacional de Radio recurre a la posibilidad que tiene de controlar la mayoría de las radioemisoras, para divulgar su posición respecto de la demanda de la que está siendo objeto alguna de sus asociadas, por violación a la propiedad intelectual.
Debo admitir que tengo varios años de no escuchar la radio durante las 7 y 7:20 a.m., pues el programa de CANARA me parece un medio de manipulación ideológica de acuerdo con el interés económico de turno. Durante la campaña del referéndum tomé la decisión de no volverlo a escuchar, debido a la visión parcializada que presentaba, sin ofrecer la posibilidad al oyente, de acceder a las dos posiciones en contienda.
Ahora es CANARA la que sufre, la que se pone en posición de víctima debido a las leyes aprobadas por Costa Rica luego de que el Sí ganara el referéndum. No sirvieron de nada los comentarios de especialistas en donde señalaban los privilegios otorgados a las transnacionales, en materia de propiedad intelectual y en otras; de nada sirvió la experiencia del Tratado de Libre Comercio entre los países de América del Norte y las afirmaciones de los expertos de que el que pretendía aprobar nuestro país era más abusivo en muchas materias. Al fin y al cabo, el que paga el baile manda, y el baile durante todo ese tiempo fue aportado por quienes se verían favorecidos con la aprobación del Tratado y muchos otros “tontos útiles”, que creyeron que era bueno para el país.
Interesante la metáfora que utiliza el señor Rigoberto Urbina Pinto en su comentario “Nuevos filibusteros”, donde señala que “ahora resulta que el derecho no ampara a la señora que sabe hacer la masa, sino a la máquina de hacer tortillas”. ¿Qué opinará don Rigoberto de las limitaciones que tendrán nuestros agricultores de sembrar, debido a que las semillas fueron registradas (aun cuando desde niño aprendió que de cada cosecha tomaría las que utilizaría en la siguiente)?; ¿qué opinará de la posibilidad de que sean registradas las plantas medicinales y las recetas de los aborígenes que aún viven en Costa Rica y que continúan sanando sus enfermedades con la medicina que le legaron sus ancestros?, ¿llegará el momento en que no podamos recoger una matita de llantén de la orilla de la calle para prepararnos un remedio para el dolor de panza?
Es una lástima que en su momento, un grupo tan poderoso como CANARA, no haya tomado en cuenta las consecuencias de su toma de posición; más allá del derecho fundamental que tenemos los costarricenses a una información veraz y a acceder a los diferentes puntos de vista sobre cualquier tema.