El Consejo Universitario discute, en la actualidad, una propuesta de reglamento general de los medios de comunicación de la UCR, el cual ya ha sido puesto en consulta de la comunidad universitaria. Este reglamento habrá de normar un aspecto medular de la vida de nuestra institución, razón por la cual reviste una importancia especial, y merece un análisis cuidadoso y un amplio debate.
En nuestra sociedad, los medios de comunicación colectiva son medios de transmisión y divulgación, y juegan un papel decisivo en la creación de contenidos de consciencia y en la formación de la opinión que las personas se hacen de los múltiples y muy diversos asuntos de la vida social. Los medios se encuentran insertos en el engranaje industrial; de ahí provienen expresiones como «industria de la consciencia» o «industria cultural». En este contexto, el receptor genérico es concebido como un consumidor, no como una persona que ejerza una ciudadanía crítica y reflexiva. No se trata de una relación recíproca entre emisor y receptor. «La comunicación de masas – dice Manuel Castells – suele ser predominantemente unidireccional.»Al igual que Hans Magnus Enzensberger y, aún antes, Theodor W. Adorno, Castells sostiene que los medios de comunicación masiva son factores que construyen poder. Por lo tanto, la democratización de la información y el conocimiento requiere ineludiblemente una transformación de esos medios y del acceso a ellos.
Ya en 1932, Bertolt Brecht anticipó esa posibilidad, al referirse al medio emergente de su época, que poco tiempo después llegó a ser utilizado por Goebbels, de manera muy efectiva, para la manipulación de las masas: » … hay que transformar la radio – decía Brecht -, convertirla de aparato de distribución en aparato de comunicación. La radio sería el más fabuloso aparato de comunicación imaginable de la vida pública, un sistema de canalización fantástico, es decir, lo sería si supiera no solamente oír al radioescucha, sino también hacerle hablar, y no aislarle, sino ponerse en comunicación con él.»
Esta utopía brechtiana resuena en las declaraciones de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, en la cual los países participantes, sobre todo aquellos que viven al margen de los grandes centros monopolizadores de la información, abogaron por superar, o al menos disminuir, los desequilibrios entre las naciones en esta materia, exhortaron a reafirmar la libertad de expresión, abogaron por una mayor diversidad en los regímenes de propiedad de las fuentes y los medios de información, y asentaron el acceso a la información y el conocimiento como un derecho humano fundamental.
Los medios de comunicación de la UCR se nutren de esta visión y responden a una perspectiva de derechos. Al ser medios de una universidad pública, no sólo ejercen tutela del derecho a la información, sino que participan activamente en el proceso de creación del espacio público y favorecen el desarrollo de la ciudadanía. De esta manera, los medios de la UCR cumplen una suprema función política, tanto de cara a la sociedad nacional como dentro de nuestra institución, función que no ha de ser disminuida ni entorpecida. En los medios de la UCR, han de encontrar espacio las voces alternativas que son acalladas en los medios comerciales.
El pasado 10 de julio, las y los funcionarios de la Radio de la Universidad de Costa Rica me dirigieron una carta, en la cual expresaron que quieren «continuar siendo un medio universitario de comunicación, información y expresión cultural, de servicio público, sin fines de lucro, dedicado a la producción y difusión de programas artísticos, educativos, informativos y de análisis de la realidad universitaria, local, nacional y mundial, que garantiza el respeto a la libre manifestación de las ideas y opiniones, y una programación creativa y de calidad.»
Los medios de comunicación desarrollan una relación de aquiescencia con la comunidad. Este hecho debe ser tomado en cuenta, al concebir a los medios públicos de información y comunicación como tributarios de la diversidad social, cultural, étnica y política. Antes que participar en la construcción de la identidad nacional, concepto que es por definición excluyente, los medios alternativos deben cultivar la diversidad y la alteridad. La «identidad costarricense» ha sido construida mediante un proceso de purificación que ha excluido de ella lo ajeno y diferente, entre ello la negritud, lo indígena y lo asiático. Mucho nos hemos alejado, en los últimos años, de la reificada concepción de la identidad nacional y volver a ella sería un lamentable retroceso.
En los antecedentes de la propuesta en discusión en el Consejo Universitario domina la preocupación por definir la instancia que nombre a las personas que ocuparán la dirección de los medios. No es éste un asunto anodino, pero sin duda de menor relevancia que los temas sustanciales relativos a la naturaleza propia de los medios de comunicación de una universidad pública. Sin embargo, frente a la destacada preocupación por establecer la instancia de elección, estos aspectos centrales reciben un tratamiento somero e incidental en la propuesta en discusión.
Por otro lado, no podemos aducir a priori que un órgano colegiado y por tanto pluripersonal sea de por sí más democrático y desprovisto de aspiraciones de poder que una instancia unipersonal. La historia está colmada de ejemplos que atestiguan lo contrario. Que tanto la Rectoría como el Consejo Universitario sean igualmente políticas tampoco es algo negativo; ambas instancias resultan del modelo de democracia representativa que rige en nuestra universidad. Pero sí sería ideológico, en el sentido de falsa consciencia, pretender que los intereses políticos dejarán de existir si el nombramiento es realizado por el Consejo Universitario.
Los motivos e intereses políticos no podrán ser nunca obliterados, sea cual sea la instancia de elección. Este no es un hecho en sí negativo. Pero, ¿por qué no pensar en opciones allende los órganos formales de la estructura superior universitaria? Por ejemplo, con base en convocatorias públicas, la elección podría ser realizada por una comisión independiente designada sólo para ese fin y conformada por colegas conocedores de los medios, representantes de las y los funcionarios, de las y los estudiantes, y miembros de la comunidad académica y nacional. Esta opción tampoco haría desaparecer la política, pero quizá le abra la puerta a la buena política, la que se aleja de la lógica del poder y se erige sobre reflexiones y argumentos.
En la UCR, nos aproximamos a la digitalización de nuestros medios. La televisión digital dará sus primeros pasos en un futuro cercano y exploraremos los caminos de la televisión IP. Estamos capacitando a nuestro personal académico, profesional y técnico en estas y otras posibilidades. Es por ello que necesitamos un reglamento de medios que abra brecha hacia el futuro. Bien haríamos en crear los espacios de discusión, y debatir con la pasión que estos temas suscitan y la seriedad que merecen.