Machismo en la UCR

La mayoría de personas que pasamos por la Universidad de Costa Rica tendemos a tener este enorme orgullo del Alma Mater, y máxime con

La mayoría de personas que pasamos por la Universidad de Costa Rica tendemos a tener este enorme orgullo del Alma Mater, y máxime con las últimas noticias del “rankin” donde sitúa a nuestra hermosa Institución por encima de otras prestigiosas, tanto en Latinoamérica como a nivel mundial.

No obstante, es importante siempre observar cada situación con la serenidad que lo amerita, así como con la realidad que la envuelve.  El día de hoy recibo por quinta vez una noticia que en cierta Escuela de nuestra Universidad (pueden ser varias) existe un problema de machismo terrible.  Y lo más problemático de este machismo es que es generado por docentes y fomentado por las mismas estudiantes.

 

Amplío mi punto: tanto desde el Movimiento Estudiantil, como en los Movimientos Sociales, la mujer ha tenido serios problemas en surgir como ciudadana desde el inicio de los tiempos donde no se le permitía votar así como en lugares donde hoy en día no se les permite mostrar su cara.

Gracias a mujeres visionarias y llenas de valentía se ha logrado avanzar un poco hacia una sociedad donde la mujer vive en las mismas condiciones que el hombre, a nivel de desarrollo profesional, humano y personal. 

Dentro de nuestra Universidad se ha encontrado una presencia femenina importante dentro del Movimiento Estudiantil que defiende y ampara los derechos y deberes de la mujer en el ámbito universitario así como en el general, el cual se constituye en un gremio con una cantidad importante de personas que ha logrado que se le dé su respeto y apoyo de diferentes instancias.

Entonces llega la situación donde encontramos la más detestable y vulgar doble moral en esta Escuela de la Universidad donde estas mismas mujeres (que defienden sus derechos y deberes y apoyan el feminismo racional) utilizan su “condición de mujer” para aprovecharse de situaciones, utilizando atributos físicos y sexuales para “engatusar” a profesores y compañeros, y con esto lograr un avance mucho más rápido en la carrera, mientras compañeras sin estos atributos físicos y compañeros quedan en el olvido sin tener las mismas oportunidades.

Observando esto, todo, entiéndase, todo el mundo, lo calla pero lo comenta.  Con la terrible frustración de no poder hacer nada al respecto, ya que al denunciar algún tipo de conducta como la que comento el día de hoy, la única persona que tiene que perder es la persona con ideales y con principios morales y éticos.  ¿Dónde queda toda esta lucha por mantener las mismas condiciones si más bien actitudes y situaciones como la expuesta son una falta de respeto a las mujeres que sí se valen por sí mismas y que sí creen en su inteligencia e integridad para salir adelante y no en atributos que les puedan hacer más fácil el camino?

Lo más terrible  y grave de este tipo de situaciones, reitero, es la doble moral.  La mayoría de estudiantes nos jactamos de ser personas críticas e inteligentes y pasamos criticando al Gobierno así como los Partidos Políticos Nacionales o Universitarios. Entonces,  ¿adónde queda el hecho el pragmatismo, la realidad y sobre todo la “educación integral” que la Universidad predica universalemente?  Si decimos una cosa y pensamos que creemos en ella pero a la hora de la hora apoyamos la corrupción para llegar a puestos usando el poder que tenemos o utilizamos una cara bonita para que nos levanten requisitos y nos envíen a ampliación, o que nos valgan una tarea con todos los puntos.  Mientras la pobre muchacha que no es tan bonita (en los ojos superficiales de esta sociedad consumista) queda atrás luchando tratando de avanzar sin que sus mismos docentes y Directores o Directoras le den la importancia y escuchen su situación.

Seamos personas consistentes en nuestras acciones y nuestras palabras. Las mujeres, al igual que los hombres, son seres humanos que merecen todo el respeto, derechos y deberes que atribuyen los Derechos Humanos.  Pero antes de pedir y marchar igualdad, es importante respetarse a sí misma así como a las compañeras que sí lo hacen.

¿O será que escondemos la mano con la que tiramos la piedra?  Cada persona es dueña de la verdad y cada persona sabe lo que hace.  Excusas siempre habrán.  ¡Qué lamentable! Y como dice el dicho “al que le caiga el guante, que se lo plante”

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