Marjorie Ross: polifacética en la palabra

Al contrario, Marjorie Ross es de una erudición que la hace comparable a otros intelectuales del mundo, que exploran las diferentes posibilidades que ofrecen

Nada en ella es clasificable con simpleza porque no encaja en una sola categoría: no es una abogada convencional y, aunque es periodista, no es una reportera más.

Al contrario, Marjorie Ross es de una erudición que la hace comparable a otros intelectuales del mundo, que exploran las diferentes posibilidades que ofrecen la palabra y los medios de comunicación para analizar ese mundo. Desde el ensayo y la poesía hasta la novela histórica, pasando por la crónica, todo lo ha experimentado. La palabra es su fuerte.

Quizás por haber vivido en varios países y aprendido otras lenguas, ella ha ejercido el periodismo más allá del limitado espectro que ofrece el mercado local.  De ahí que ha sido durante años columnista, comentarista de libros y articulista de publicaciones en el extranjero como Nexos (revista de American Airlines) y el Journal of Latin American Studies de la Universidad de Londres (Cambridge University Press).
Más allá de las influencias, tiene un estilo que la hace única. Escribe sobre diferentes temas, desde las habilidades culinarias de Renoir, publicado en La Nación, hasta las últimas tendencias en la administración de recursos humanos para El Financiero.
Como mujer con una capacidad extraordinaria de leer el entorno, ha sido gestora de proyectos periodísticos novedosos. Un ejemplo de ello fue “Siempre al Día” (2001), una revista al estilo Lifestyle de cualquier medio anglosajón, que resolvía desde la vida cotidiana, con aportes novedosos en sexología y nutrición, hasta el rescate de la diversidad cultural costarricense.
Son proyectos que surgieron en la madurez de una carrera que inició en el extinto Diario de Costa Rica, La Prensa Libre, el Semanario UNIVERSIDAD y muchos otros, en épocas en que la tecnología no facilitaba tanto el diseño, la edición y el montaje de las páginas de periódico, ¡todo se hacía a mano!
El jurado que le otorgó el Premio Pío Víquez lo expresa así: “Las ciencias políticas, la literatura, los derechos humanos, los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y estilos de vida, el patrimonio cultural intangible y nuestras identidades culinarias son temas frecuentes en su producción periodística”.
Pero el premio no se le entrega sólo por la vigencia de sus temas o el estilo literario atractivo, envolvente y agradable, sino también por la rigurosidad en el uso de sus fuentes, un aspecto todavía muy débil en el periodismo costarricense. Como pocos, Ross González siempre vigila el balance, la cita precisa y el respeto a las fuentes, tanto en sus propios artículos como en el de sus subalternos, cuando ha sido editora, jefe de información o directora.
Casi se podría decir que el balance es su forma de ejercer la justicia desde los medios. Otra forma de mezclar derecho y periodismo fue en el programa Educación Legal Popular, que condujo en Radio Universidad en los años 80.
Quizás fue en esa época en que se incubó el gusanito de la tercera profesión: la de educadora, que ejerció desde la fracción parlamentaria del partido Frente Popular (1978-1982), cuando elaboraba materiales educativos para adultos de zonas rurales y urbano-marginales; al organizar actividades de educación informal para mujeres o al ofrecer charlas a estudiantes del INA. Ha sido un largo proceso que culminó en el 2006 cuando obtuvo el doctorado en Educación con un énfasis que la vuelve a conectar con la palabra: la mediación pedagógica.
Tampoco ha sido fácil; no hay que olvidar que en Costa Rica los puestos de mando en los medios han sido, en su mayoría, dirigidos por hombres. De ahí que una mujer culta e inteligente, con ideas diferentes no siempre fue apreciada ni sus ideas tomadas en cuenta seriamente.
Pero esas mismas cualidades atrajeron la atención de otros sectores que la contrataron para tomar distancia del periodismo y, desde afuera, analizarlo seriamente. Así, Naciones Unidas y el Programa del Estado de la Nación la contrataron para investigar el panorama de los medios y la democracia en Costa Rica como uno de los componentes de la Auditoría Ciudadana.
Otra forma de rozar el periodismo de forma poco convencional fue a través de la novela histórica, «El secreto encanto de la KGB. Las cinco vidas de Iosif Grigulievich», una controversial obra de literatura sin ficción que replanteaba la imagen de varios personajes reconocidos en Costa Rica.
Como se puede ver a través de este superficial recorrido por algo de los 45 años que lleva ejerciendo el periodismo, esta polifacética mujer es mucho más que una columnista y articulista ocasional o una experta en la gastronomía costarricense, una labor que le mereció un reconocimiento del ICOMOS por una vida dedicada al patrimonio intangible.
Marjorie Ross ha producido 18 libros, entre poesía, novela y ensayos, sin contar otros muchos artículos.  Es un espíritu inquieto que todavía tiene mucho por dar. Habrá que esperar qué otras sorpresas y novedades nos aporta esta prolífica mujer.

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