En el frente privatizador (nada ajeno a la guerra anterior) el exaltado director del consorcio mencionado reclama el mismo día como indispensable la intervención del ICE, el retiro absoluto de cualquier ley que intente fortalecerlo y el despido de su Presidente Ejecutivo y Junta Directiva. De no hacerlo, las consecuencias podrían ser «aterradoras». Al día siguiente, un editorial menos hormonal llama al Gobierno a «controlar al ICE», empezando por negarle financiamiento o declarar ese financiamiento ilícito vía Contraloría y Banco Central. Insurrección y guerra de posiciones.
Aislar y destruir al ICE. Aislar y destruir a Pacheco. Aislar y destruir a Chávez. Gran diferencia es que en Costa Rica los medios comerciales no logran conmover a las minorías plutócratas, ni a los partidos, ni a las capas medias para salir a bramar por las calles. Aquí se espera «aclaren los nublados del día». O cachaza o aprensión, dirán muchos. «Taiwán da para todos» pensarán otros.
Es cierto que, en política, Pacheco resultó autodestructivo por lo que hace, por lo que dejó hacer y por su frivolidad. Pero él no inventó la corrupción que se teje en torno a los candidatos y sin la cual «resulta imposible ganar». Si Pacheco va a la cárcel deberían acompañarlo varios expresidentes y sus equipos de campaña y gobierno, exhaustiva investigación, hecha por daneses, previa. Sancionaría una corte internacional. Los hermanos Arias y otras bellezas no pueden retornar sin más a Zapote. Todas las figuras políticas locales y muchos altos funcionarios deben rendir cuentas.
Y en cuanto al ICE, esperemos que no sea en este mes que se apague la patria.