Monocultivos y engaños

Las personas que compran sus alimentos puesto que no los producen, se han enterado del acelerado aumento en los  costos de los alimentos. Esta

Las personas que compran sus alimentos puesto que no los producen, se han enterado del acelerado aumento en los  costos de los alimentos. Esta “volatilidad de los precios” se hace alarmante pero predecible, pues la aplicación de una desregularización paulatina y constante de las normativas  vigentes al agro nacional y el desmantelamiento brutal de las instituciones ligadas a la producción de alimentos, ha generado el empobrecimiento y desaparición del campesinado nacional de los últimos 25 años. La aplicación de los diferentes tratados de libre comercio ha dejado la producción de alimentos en el desamparo total; teniendo en cuenta que Costa Rica en la actualidad ha firmado con 45 países diferentes acuerdos  comerciales, los últimos dos con China y Perú.

Si vemos el último informe de PROCOMER sobre el comportamiento de las exportaciones, no es muy alentador en términos ambientales ni alimentarios. Pese a que la industria alimentaria ha crecido un 19% en los últimos doce meses, no ha sido así con la producción a pequeña escala de alimentos, pues en lugar de subir, está a la baja. En otras palabras, este incremento de volumen de  exportaciones corresponde a los cuatro grandes monocultivos instalados en el país: la caña de azúcar, el banano, la palma aceitera y la piña.

Del mismo informe, donde nos anuncian un aumento del volumen total de exportaciones de esta fruta en un 12%, dato comparativo del primer trimestre del 2011 y 2012; con  más de 466 mil toneladas de piña exportada y un valor de $202 millones. Situación similar con la exportación de melón con un aumento del 12% para el mismo periodo.

Cabe preguntar: ¿Cómo es posible aumentar el volumen de exportación en un modelo de cultivo intensivo en uso de agroquímicos, que genera una erosión total del suelo y al mismo tiempo asegurar que la extensión del cultivo se mantiene estable en 45 mil hectáreas? Es biológicamente imposible hacer esto. Si algo es seguro, el dato de la cantidad de hectáreas en el país en manos de las piñeras está  creciendo descontroladamente y sin ninguna regulación.

En consonancia a esto, la complicidad del gobierno para encubrir a las empresas que envenenan a las poblaciones rurales con agroquímicos, es también evidente. Tal es el ejemplo de programas engañosos y falsos como el de “La Piña Responsable”, con apoyo de las universidades públicas, el Estado y la CANAPEP.

Para el cultivo de la palma aceitera ha habido muy poca discusión y tiene impactos importantes en las comunidades, principalmente en el litoral Pacífico central y sur. Por ejemplo, la exportación de aceite de palma creció en el mismo periodo que las anteriores, un 34% en volumen exportado. Cuyo producto final, el aceite, retornará importado en forma de jabón o champú para el  cabello, luego de ser tratado industrialmente en otros países. Los datos oficiales de este cultivo reflejan un acaparamiento de la cuarta parte de tierra agrícolamente apta en el país.

Es evidente que la cadena de producción, consumo y distribución de alimentos está controlada por un lado por las corporaciones importadoras de semillas y agrotóxicos como AgroSciences,  subsidiaria de Dow Inc, una de las 5 mayores empresas transnacionales ligadas a la agroindustria mundial; y por el otro lado la mayor cadena de supermercados del planeta.

Ambas transnacionales seriamente cuestionadas por verse relacionadas en casos de corrupción y sobornos en países del Tercer Mundo. Tal es el caso en México, donde la mencionada cadena de supermercados es acusada de sobornar a autoridades por montos alrededor de $24 millones para expandir sus operaciones al margen de la legalidad. Además Cargill es la actual dueña de grandes empresas procesadoras de carnes y embutidos de Centroamérica, inunda el mercado nacional con carne importada, y en consecuencia provoca quebrar a ganaderos, polleros y porcicultores nacionales.

La apertura de 173 locales de supermercados es la evidencia más explícita de la concentración de la industria alimentaria en Costa Rica; el exterminio de  las “pulperías”, junto a tretas publicitarias engañosas, es la política de esta transnacional para controlar el mercado alimentario del país.

Inmersos en una crisis global de múltiples formas, vemos a Costa Rica como un país vulnerable en términos alimentarios, pues la producción está enfocada en productos que no forman parte de la cultura alimentaria nacional y nos obliga a importar la mayor parte de arroz, frijoles y maíz,  base de nuestra dieta.

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