Sólo un 30% de los cánceres son posibles de tratar eficazmente, o sea, una de cada tres personas. Sólo una de cada tres es tratable hasta alcanzar la salud total. Con otras palabras, por favor, que la gente entienda que, haga lo que haga o no haga lo que no haga, no puede escapar de su genética; ergo, hay que aprender vivir muriendo, con cáncer o sin cáncer, pero aprender a vivir muriendo. La muerte es una realidad ineludible y siempre fiel en todo ser humano.
El cáncer puede ser, algunas veces, tratado a tiempo. Eso es un milagro hermoso de la ciencia actual. Pero hay que educar a la gente para que esta se dé a sí misma la oportunidad de entender que la fragilidad humana involucra la posibilidad de llegar a sufrir de cáncer en algún momento de la vida. También hay que admitir que debe darse una cultura de evitación firme de diferentes factores que precipitan (coadyuvan) a la aparición de distintos tipos de cáncer (ej. fumado, exposición solar y a rayos ultravioleta [UVAS], consumo etílico desmedido, abuso de azúcares y carnes animales).
Y claro, no se debe dejar de lado la enseñanza, pues ella es esencialmente primaria, esto es, que hay que disfrutar de la vida, que no hay que vivir asesinando psicóticamente momentos de alegría, de alimentación, de crecimiento junto a otros, de compañerismo, que no se debe asesinar los momentos de felicidad de la vida porque se vaya procurando vivir más y más y más en una especie de sueño de no envejecer nunca y de no enfermar jamás de nada; entender esto, porque nunca dejará de ser cierto que el ser humano, hombre o mujer, niño, joven, adulto o anciano, casado, soltero, divorciado, viudo o en unión de hecho, calvo o con cabello, rico o pobre, de este o aquel partido político o religión o no, peón o gerente, feligrés o Papa, siempre indiscutiblemente morirá.
Luego aprendamos a valorar la vida, a disfrutar sus momentos, a crear un mundo mejor para nosotros y los que nos rodean y a hacerlo hoy. Aprendamos a vivir muriendo, no tengamos miedo a morir, pues es una realidad, la última realidad humana. Aprendamos a vivir cada día con alegría y hagamos todo con prudencia, con alegría hoy y con esperanza siempre, incluso en la muerte. Y que habremos de morir, pese a todos los exagerados o mínimos cuidados, habremos de morir cada uno. ¡Y esto es lo único cierto! Lo que ya está, ya está. ¡Sólo vivir!