Los disturbios de Stonewall de 1969 en Estados Unidos, marcaron un hito en la historia de la lucha por el reconocimiento de la diversidad sexual a nivel mundial. Tan solo un año antes de esa memorable fecha, fue asesinado por los racistas estadounidenses, el reverendo Martín Luther King, quien luchaba por el reconocimiento de los derechos civiles de la población afrodescendiente en los Estados Unidos. Ese crimen, otros, y muchos actos violentos contra homosexuales y lesbianas, tuvieron lugar en ese país a vista, paciencia y apoyo de las autoridades republicanas y demócratas de turno.
Desde la década de los 50 hubo esfuerzos importantes, por parte de grupos homosexuales (y homófilos) de organizarse para su seguridad, pues en los mismos Estados Unidos el FBI y la policía, tenían cientos de listas de homosexuales y de los lugares como bares, playas y negocios que frecuentaban, además de información postal y domiciliar. Aplicaban también, una serie de prohibiciones que limitaban la libertad y la privacidad, que se ejecutaban con la intención de perseguir y humillar públicamente a gays y lesbianas.Habiendo pasado 21 años desde los disturbios de Stonewall, es que en 1990 se dieron en Costa Rica, las primeras manifestaciones estatales orientadas a respetar y proteger la organización de asociaciones y grupos gays y lésbicos como parte del reconocimiento de los Derechos Humanos de esa población en particular. Un año más tarde, en Costa Rica, se promulga la ley de Registro y Cedulación Indígena, que reconoce el derecho civil de “existir” a una población minoritaria, discriminada y violentada.
Hoy en 2011, gays, bisexuales, lesbianas, transgéneros y transexuales al igual que personas intersexo, demandan igualdad civil y reconocimiento de derechos, algunos de los mismos derechos que les habían sido negados a poblaciones negras e indígenas a través de la historia. En el marco del Día Internacional del Orgullo Gay, quienes pertenecen a la comunidad, deben sentir múltiples orgullos; orgullo de ser BGLTI, negros/as, migrantes, indígenas (pues aunque parezca inusual, hay indígenas gays), costarricenses (en un sentido patriótico –no nacionalista-), incluso un orgullo de clase… orgullo de ser trabajadores/as.
Son claras y concretas las demandas que los movimientos sociales de la diversidad sexual le reclaman al estado costarricense, no voy a mencionarlas acá, pero son ampliamente conocidas las violaciones de derechos humanos, las humillaciones, los castigos ejemplificantes, incluso (aunque menos que antes) la persecución y la discriminación que se padece en la Costa Rica patriarcal, que aunque “liderada” por una mujer, ella no ha sabido, ni se ha interesado en cumplir y honrar compromisos con las mujeres de este país, ni con otros sectores que forman parte activa de la sociedad costarricense.
El orgullo, no es para celebrarse únicamente en una fecha, debe ser un sentimiento cotidiano que se vea interpelado en cada momento de la vida. Más allá de sentir orgullo por ser bisexual, trans, gay o lesbiana, el sentimiento de orgullo y de dignidad humana, no debe nunca callar o ser cómplice de injusticias, asimetrías y violencias; el orgullo de ser un ser humano, se debe conmover y sobre todo actuar, cuando se vea amenazada la dignidad humana.
Y es que en mi opinión, no hay nada más noble y que enaltezca el espíritu humano a su escalón evolutivo más alto, que el “sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”. Tener este sentimiento, es un motivo más por el cual sentir y celebrar el ORGULLO.