Una suerte de fascinación mística proveniente de la bondad manifiesta en los recursos que provee. La Naturaleza como la madre aparece en el imaginario supliendo necesidades físicas y afectivas, a través del alimento y de los espacios de contemplación, recreación y esparcimiento. También del aprendizaje que ofrecen los fenómenos que en ésta ocurren. Pero en la Naturaleza se conoce igualmente la desdicha, la pérdida, el trauma: el fuego que calcina, el alimento que escasea, el animal que ataca, la corriente que absorbe y arrasa. Es la condición materna que se caracteriza porque acuna y protege, pero a la vez expone y enseña la necesidad de enfrentar el peligro y lidiar con el acecho. Que no es más que la puesta en evidencia del costo a pagar por gozar del designio sublime del libre albedrío, es decir, la adquisición del derecho de ser libre.
Sin embargo, esta condición parece no haber sido asumida. Las clases privilegiadas, en función de responder a sus debilidades emocionales lograron introducir, vía ideología, la necesidad de otorgar una respuesta neurótica a sus debilidades. Esta estaría contemplada en la compulsión por orientar el desarrollo tecnológico hacia la búsqueda de indumentaria tendiente a propiciar comodidad, placer y gratificaciones provenientes del poder, el protagonismo y la fama. Las revoluciones tecnológicas se han caracterizado por la producción inventiva marcada en esa dirección.En adelante, los procesos de socialización, otrora con y de frente a la Naturaleza, cambian de rumbo y se llevan a cabo al amparo del desarrollo tecnológico. A nivel psíquico la Madre Naturaleza se transforma en un sucedáneo: la madre tecnología, que induce al consumo como única posibilidad de guarecerse en su regazo. Igual que una máquina compuesta de múltiples satisfactores, que resuelven necesidades espurias pero no orientan y cohesionan afectos, el desarrollo tecnológico moderno ocupa el lugar de la dimensión materna, mas no cumple dicha función. Opera en el plano de una fantasía neurótica. Las formas simbióticas de amor que crean dependencias hayan sentido desde esta forma de entender las causas de las características de las sociedades modernas. Se puede observar cómo en los sitios, principalmente rurales y campesinos, donde el acceso al consumo de tecnología es más reducido, hay mayor comunión con la Madre Naturaleza y se socializan personas que disponen de un mayor grado y sentido de independencia.
El proceso de globalización y las tendencias neoliberales que desembocan en la cultura de mercado y que impusieron el modelo de desarrollo vigente, se materializan como la forma de canalizar la renuncia a la maternidad de la Naturaleza. La lucha por la reivindicación del campesinado, por la producción local-comunitaria y por concebir un modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades físicas y afectivas, que además promueva una orientación tecnológica para servir a esos fines, adquiere gran significado en la derrota de la madre usurpadora. De otro modo, como se afirma en la teoría psicoanalítica, la madre que profesa amor simbiótico conduce a la esquizofrenia.