“#NoEraPenal”, ha sido uno de los hashtags más publicados en los últimos días. Muchos y muchas costarricenses, al igual que otras y otros ciudadanos centroamericanos, han desatado la furia en distintas redes sociales, expresando su descontento con las decisiones arbitrales durante los partidos de Costa Rica y Panamá, cuyo rival fue México.
Las “injusticias arbitrales” se han convertido en el pan de cada día, y en la noticia que se mantuvo latente desde las ediciones matutinas hasta las nocturnas de diversos telenoticieros. Asimismo, las críticas originadas por los partidos de fútbol han encabezado las portadas de diarios digitales e impresos.
Cabe mencionar que no pretendo expresar si las jugadas futbolísticas controversiales eran penales, o si se pueden definir como justas o injustas, sino más bien la intencionalidad de este artículo corresponde a cuestionar el excesivo cubrimiento de dicha noticia por parte de los medios de comunicación.
¿Qué es ser un buen tico o tica? Detengámonos a pensar en cuál es uno de los elementos que conforman la respuesta ante la anterior interrogante. En muchas de las afirmaciones obtenidas se visualiza la incidencia que posee el fútbol costarricense y la Selección Nacional. Entiéndase únicamente por la Selección Nacional a la selección mayor de hombres, es decir, excluya obligatoriamente los equipos compuestos por mujeres y los conjuntos que practican de otras disciplinas deportivas, sin importar cuál sea.
“El tico [tica] pura vida se caracteriza porque es fiebre del fútbol y fanático [fanática] de la Sele”, fue una de las respuestas recolectadas en el proceso del trabajo de campo. Claro, apoyar la “Sele” es una de las características que consolidan la idiosincrasia nacional. Por ejemplo, los eventos que unen a las personas seguidoras del balompié son los partidos disputados por esta selección, debido a que se logra alcanzar una ruptura entre la histórica enemistad entre saprisistas y liguistas con el argumento que “se encuentran unidos por un mismo corazón”. Por esta razón, quienes no son amantes de este deporte importado desde Inglaterra, se excluyen socialmente por no cumplir un deber del ser costarricense.
El fútbol, a través de la historia, se ha ido transformado en un mecanismo de control social ejercido por los sectores hegemónicos, cuyo objetivo esencial es mantener a la población “feliz y optimista”, haciéndoles olvidar la realidad nacional e internacional que nos atañe y concierne. No es coincidencia ni casualidad que se tomen decisiones trasversales que afectan a la población, justamente en el transcurso de campeonatos notables; cuando los medios de comunicación polarizan las noticias al enfocarse solo en los juegos disputados y todo lo relacionado con estos.
Hoy, mientras se sigue discutiendo sobre los resultados de la Copa de Oro, si México fue “el preferido de la Concacaf” o es culpable de los “errores arbitrales”, en ese mismo territorio siguen desaparecidos los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y en Ciudad de Juárez no han cesado los cientos de femicidios y violaciones atroces cometidas contra las trabajadoras de las maquilas desde el año 1993; y al igual que en todo Latinoamérica, el narcotráfico prosigue incrementado.
De igual manera, en nuestro país se continúan postergando discusiones fundamentales, tales como la Fertilización In Vitro (FIV) y el aborto, así como los partidos religiosos intentan legislar desde sus propias creencias y la imposición de su moral. Además, se observan ataques directos contra la salud y la educación pública, provenientes de partidos que representan la burguesía. La inseguridad ciudadana nos invade, la corrupción nos destroza y nos impide avanzar, las promesas de gobernantes son puro verbalismo y el aparato represivo del Estado abusa del poder. Sin embargo, creo que nada de lo que acabo de señalar hace referencia a ningún aspecto sustancial, pues la Sele no ganó la Copa de Oro 2015. ¡Así que apague todo, y vámonos! “La vida sigue igual”.
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