Lo primero que resulta de una corta e incipiente aproximación, primero descriptiva y luego explicativa, de un tema y de los contenidos por tratar, en uno de esos trabajos de investigación en un determinado curso, es que el profesor o profesora señale que ‘precisamente’ ese tema ya fue abordado. Lo peor no es esto; sino que lo que ocurrió para efectos de este particular es vinculado para todos los demás temas que usted en su desesperación apenas incipiente (en potencia trágica), ha de proponer próximamente.
Aquí no habrá que insistir; el conocimiento es acumulativo (cuantitativo) pero con saltos cualitativos, y en ello interviene no una redundancia sino una (atrevida!?) interpretación o interpelación.Se es estudiante del siglo XXI, esto quiere decir más o menos que ahora se tiene acceso regular ―aunque no se lea ni se comprendan los fenómenos a cabalidad (en un mínimum) ―, o poco limitado, a fuentes referenciales sobre un determinado tema/objeto. Sin embargo, lo que por un vértice se celebra por otro produce frustración (educativa), al parecer ya todo está investigado y ha sido abordado.
Y si la impresión de que casi todo está investigado y abordado es efectiva, se afirmará desprendidamente que ya todo está inventado; y si es así, lo que antes era frustración ahora es un modo de existencia.
Frente a la realidad aplastante, un rayo de sol (que podría ser indistintamente un espíritu santo o un espíritu perverso o un espíritu intelectivo, etc.) permite habilitar un objeto de estudio que era entonces ocupado en su totalidad por la historicidad de sí mismo y era prácticamente ‘conocido’.
Este rayo de sol no viene a iluminar los caminos aún no-recorridos en su existencia, sino a iluminar caminos en la medida en que se recorren. Así, el objeto no tiene la cualidad de ‘acabado’ (o conocido) en sí mismo, sino la cualidad de ser una construcción desde el sujeto, que se acerca desde otro lugar, que lo aborda distinto, desde donde no ha sido abordado, tampoco siquiera pensado. Desde la Luna.