“Oduber no es benemérito”

Lo primero es que para un Benemeritazgo no basta la evaluación de éxitos políticos  o económicos, ni el alcance de logros personales. Deben exigirse

Entre 1991 y la fecha actual, han fracasado varios intentos formales para declarar Benemérito de la Patria a Daniel Oduber Quirós, quien gobernó el país entre 1974 y 1978. De momento, cuatro proyectos de ley han sido archivados. No obstante, en el sitio web  www.cambiopolitico.com  se mantiene activo un portal destinado a promover su figura e incluso se recomienda a los lectores escribir “algo así como Apoyo Benemeritazgo”. Frente a los evidentes fines de ese grupo, considero importante exponer algunas razones por las que el exmandatario no merece el referido galardón.

Lo primero es que para un Benemeritazgo no basta la evaluación de éxitos políticos  o económicos, ni el alcance de logros personales. Deben exigirse cualidades de honorabilidad y transparencia en todos los aspectos de la vida pública de esa persona. Un ejemplo positivo de esto se dio en 2010, con la declaratoria por unanimidad de Jorge Manuel Dengo Obregón. Diputados de los diferentes partidos reconocieron la trayectoria impecable de don Jorge, quien siempre antepuso los intereses del país sobre ambiciones particulares. En Costa Rica, por fortuna,  han abundado personajes de ese calibre.

Pero ¿qué se sabe sobre Daniel Oduber? Testimonios históricos de sus contemporáneos dicen bastante sobre sus comportamientos personales, que incidieron negativamente en su actuar público. Al respecto, en su obra  “80 años no es nada” (Cap. XXVII) don Alberto Cañas describe cómo hizo de la ambición de poder una monomanía.

Dice Cañas que “Oduber se sintió dueño absoluto del campo, y, sin ver dentro de sus viejos compañeros del CEPN a ninguno que se aprestara a competir con él, pero temiéndolo, emprendió una especie de guerra silenciosa contra sus viejos camaradas estudiantiles, todos, absolutamente todos los cuales parecían (parecíamos) estorbarle”… “Todo esto, especulativo si se quiere, que llevo dicho, trata de explicar el progresivo desapego de Oduber hacia sus compañeros de juventud y su búsqueda incesante, denodada, obsesiva, de figuras de segunda línea cuando no abiertamente mediocres, que lo rodearan. Que algunos de estos resultaran, para peor de males, corruptos, no pareció afectar en nada a mi íntimo amigo y confidente de 1942”.

Un relato similar hizo Rodrigo Carazo Odio en su libro “Tiempo y marcha” (Cap. IV) quien afirmó que “…al adueñarse Oduber del Partido en 1962, se inició el fin de Liberación Nacional como baluarte de una Costa Rica diferente”. Carazo cuenta que conversando con el intelectual Rodrigo Facio sobre el futuro político de Facio, éste le respondió así: “no, yo no estoy de acuerdo en proponer algo que jamás funcionaría, y menos estaría de acuerdo en entrar a codazos con Daniel Oduber por ocupar un puesto electoral en el Partido”.

Además de las vilezas que acreditan sus coetáneos, cabe agregar que Oduber fue investigado por la Comisión Legislativa sobre el Narcotráfico, conformada en el período 1986-1990. En el segundo informe de la Comisión, se recomendó de forma enfática su renuncia a todos los cargos públicos que ostentaba. Entre otras cosas, por haber recibido dinero del narcotraficante estadounidense Lionel James Casey.

En 1992, el ejemplar N0 410 de la revista Rumbo se tituló “Cómo se reparten los bienes de Oduber”. En esta edición, se hizo un recuento del patrimonio que mantenía el expresidente al fallecer. Se narra que tenía más de ¢800 millones en cuentas bancarias. Poseía fincas cuya extensión sobrepasaba las dos mil hectáreas, en las que hubo alguna vez una centena de caballos árabes. El origen de tantas riquezas es confuso, teniendo en cuenta que fue burócrata casi toda su vida.

Los hechos expuestos permiten formular  las siguientes conclusiones: Oduber fue un líder indiscutible en el plano de las ideas. Su formación intelectual fue muy amplia y le corresponde la autoría de grandes obras, incluida la creación de la red de parques nacionales.

Sin embargo, es también corresponsable del inicio de una era de nefasta corrupción en que se fomentaron ambiciones personalistas a lo interno de las agrupaciones partidarias. En su gobierno –con salvedades de rigor- abundaron funcionarios jugando a ser empresarios con fondos estatales. La política nacional se impregnó de vicios lamentables y prácticas deshonestas que hoy siguen perjudicando al país.

Las nuevas generaciones afrontamos la tarea de recuperar los valores que deben prevalecer en la función pública. En consecuencia, es improcedente alentar el Benemeritazgo de alguien cuya trayectoria está marcada por controversias y serios cuestionamientos éticos.

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