Para leer a don Jaime Robert

Tomé conocimiento con tardanza del escrito que me dedica don Jaime, porque me encuentro fuera del país. Lo respondo con franco desgano. Más bien

Tomé conocimiento con tardanza del escrito que me dedica don Jaime, porque me encuentro fuera del país. Lo respondo con franco desgano. Más bien bordeamos el ridículo al continuar con estos monólogos paralelos, que difícilmente tendrán  interés para los lectores de Universidad. Seré  breve entonces:

1) Dice don Jaime que redactó sus alusiones a mi persona y a mis argumentos −vertidos en artículo publicado por nuestra Revista de Ciencias Sociales, N° 139− con el propósito de tener un “referente conceptual” para  criticar ciertas afirmaciones que el Dr. Javier Tapia Balladares hizo al comentar dicho artículo. Bueno, sólo me queda solicitar, a quien pudiera interesarle este asunto (¿habrá alguien?), que revise el texto del Profesor Robert (Universidad, 2034) y vea si realmente me alude, desde su título mismo, con propósitos puramente “referenciales”.

2) La insistencia de don Jaime me permitió, por lo menos, descifrar el motivo de sus críticas: entendió, no sé cómo, que mis argumentos en contra de la paradigmatitis tocaban lo que se planteó, hace un cuarto siglo, en el marco de la reforma del plan de estudios emprendida por nuestra Escuela (1990), que propugnó una formación “multiparadigmática”. Pues no. Con el significado que tuvo en ese entonces (pluralismo teórico), lo multiparadigmático (sin que importara mucho la propiedad del término) se refería a algo necesario y correcto. Hoy me refiero a lo que viene a ser  la negación de ese pluralismo abierto a un debate fecundo, a otra manera de “paradigmatizarnos”: la conversión de las corrientes de pensamiento psicológico en parapetos sectarios, bajo la denominación impropia de paradigmas. O sea, a otro tema.

3) Don Jaime dice que yo llego a “confundir el debate académico con supuestas (sic) inconformidades administrativas de orden administrativo respecto a su gestión en la dirección de la Escuela”. ¡Me sorprende que busque “referentes conceptuales” en alguien capaz de pergeñar tamaña confusión! Me obliga no obstante a reiterar: nuestros “enfrentamientos”, como los llama don Jaime, se produjeron únicamente en  el marco de esas inconformidades, no “supuestas” ni solamente mías. Nunca como debates académicos.

No volveré a responder a don Jaime por este medio. Si le parece importante que sostengamos un diálogo epistemológicamente relevante, propóngaselo a la Escuela de Psicología y estaré disponible a mi regreso a Costa Rica. De lo contrario, un punto final en este asunto será muy saludable.

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