Pesan tanto los olvidos, que hasta los puentes se caen…El puente de hamaca (1920-1924), tendido sobre el Tárcoles entre los pueblos de Turrubares y Orotina, no soportó más su cruz de olvido y se desplomó con el alma de esos pueblos, cuya voz de auxilio nunca fue escuchada… Extenuados sus cables, podridos sus maderos, el 22 de octubre, el octogenario patrimonio nacional, se tumbó sobre el río con un amargo adiós… Se llevó cinco humildes vidas de las que forjan la patria callada y honestamente.
Para ellos no hubo un minuto de silencio y menos un asueto gubernamental, como lo tuvo la selección sub 20 que jugó en Egipto…
El pueblo llora, pero el presidente excusa a su empleada como lo hizo con Gallardo en la Comisión de Emergencias, Zumbadito en vivienda, Casas y el sobrino Sánchez con el memorando aterrorizante, el pariente Dobles en el MINAET, Clara Zomer y su almuerzo desvergonzado, el hermano Rigo y las “consultorías” con dineros del BCIE, los 28 paseos en avioneta estatal de la diputada Ballestero (única beneficiada con esta tragedia) o los incontables chascos de la ministra de seguridad… Siempre es más sencillo esquivar la culpa renunciando al cargo y escapar de la justicia (la humana) que reconocer los errores y dar la cara.
El Ministerio de Obras Públicas y Transportes fue incompetente de nuevo, pues teniendo comprado otro puente desde hacía varios años, no fue capaz de instalarlo, hasta que cayó el bus de pasajeros, dejando dolor y frustración, pues esas víctimas son parte de las muchas que a diario mueren en estas calles por esquivar un hueco, una alcantarilla sin tapa y falta de señalización y mantenimiento… ¿Adónde van los préstamos millonarios que se adquieren para infraestructura?
¿Para qué puentes para los “caracolitos” si las águilas vuelan en avionetas del estado y andan en 4×4, en ausencia de un “jetsito” presidencial? La piñata estatal se les acaba y sólo interesa ganar las próximas elecciones, para seguir lucrando. No hay dinero para puentes, pero sí hay para un estadio millonario, con capacidad para miles de votantes, donde seguro pondrán algún monigote escultórico costeado por el pueblo.
Las fallas gubernamentales desmoronan el país en todos los campos. Los préstamos multimillonarios endeudan, pero no se ven. La gente sigue muriendo en las calles sin que el estado actúe solidaria y responsablemente y de esos crímenes impunes nadie habla, pero tienen el mismo origen: la desidia estatal. Las heridas y brechas que separan a los costarricenses son cada día mayores; desigualdad social: desaparece la clase media, crece la pobreza, aumenta la inseguridad ciudadana, pésima educación, parcialidad de las leyes, crímenes ambientales, irrespeto a la vida… Algo hay que hacer y pronto…
El nuevo puente se colocará -dice el gobierno- como regalo de navidad… ¡vaya ironía! Y ¿quién devolverá esas vidas humanas o pagará por ellas? Dios lleve fortaleza y paz a esas familias afectadas, pero costarricenses, ¿hasta cuándo hay que soportar tanto agravio y menosprecio, de parte de los gobiernos? ¿Es que hay que desplomarse sobre el olvido, como ese viejo puente, para ser escuchados y respetados? ¿Cuántos más deberán morir aún, para entender que sólo unidos se pueden defender los derechos, enderezar la barca y cambiar la historia?… No se pude seguir igual, hay que pensar en un país de paz, solidaridad y progreso para todos…No es pobre quien no tiene dinero, sino quien se deja robar su patria y la dignidad, su libertad y su paz.