“Para que vuelvan las mariposas”

En Lunes de Cinemateca, programa consolidado y dirigido por don Roberto García, tuve la oportunidad de ver el audiovisual “Para que vuelvan las mariposas”

En Lunes de Cinemateca, programa consolidado y dirigido por don Roberto García, tuve la oportunidad de ver el audiovisual “Para que vuelvan las mariposas” (Proyecto CONARE 2010), dirigido por Sonia Mayela Rodríguez.

Es un documental que llama a la reflexión, a pensar en la implacable destrucción que ha venido sufriendo el norte del país, especialmente por el cultivo extensivo de la piña. Cultivo que arrasa bosques, contamina aire y agua y pone en peligro la vida de las personas.

Este cultivo en la zona, ha venido a presionar sobre los humedales de Caño Negro, junto con la ganadería y otros monocultivos para la exportación. Las aguas de los ríos y afluentes que se desvían para fines agroindustriales, hace que estos disminuyen su caudal y se afecte la parte esencial de la vida de los humedales.

El documental expone cómo la agroindustria ha venido a desmejorar el concepto de familia y comunidad. El núcleo de la familia campesina se ha desmembrado, no solo por el acaparamiento de las tierras, sino por el tipo de jornadas laborales que se imponen (quien atendía la parcela familiar pasa a ser peón de la multinacional y debe desplazarse a largas distancias abandonando su hogar durante periodos prolongados).

Los ríos, antes plenos de peces y vida acuática, se han convertido en receptores de residuos de plaguicidas que poco a poco matan la biodiversidad. Muchas lagunas se han convertido en pastizales y las que quedan están sufriendo el embate de la contaminación.

Este trabajo dirigido por Sonia Mayela Rodríguez nos enfrenta a la realidad, esa realidad negada por las políticas gubernamentales que han apoyado la inversión, no importando si la entrada de capitales atenta contra la vida saludable de convivencia con el ambiente. La inversión, dentro del concepto del capitalismo a ultranza, es necesario atraerla sin interesar cuánto perjudica al ambiente y a la salud y la vida de los habitantes. Tal como Crucitas, un megaproyecto declarado de interés nacional que vendría a sumar presión sobre humedales y mantos acuíferos.

Los cultivos de piña u otros monocultivos de la agroindustria, vienen transformando la ecología de este país que, en el decir y no en el hacer, se ha proclamado amigo de la naturaleza. Las poblaciones de Buenos Aires de Puntarenas, Siquirres, Guácimo, San Carlos, Los Chiles… están siendo contaminadas inmisericordemente. La península de Osa, si no se actúa a tiempo,  será devastada por un turismo al estilo de Guanacaste; en estos momentos está siendo devastada por la erosión, como causa de las construcciones sin ningún tipo de control, que se hacen a vista y paciencia de las autoridades en general. La impasibilidad pronto les pasará la cuenta a las actuales y futuras generaciones de costarricenses. Debe lucharse para que Osa no se llegue a convertir en el paraíso del turismo masivo que está acompañado por la destrucción ambiental, la contaminación y la droga: las señales de esto ya se vienen produciendo desde hace mucho tiempo.

Este documental de Sonia Mayela nos brinda, no obstante, un haz de esperanza. No todo está perdido si aún existe una población organizada que se niega a doblegarse ante el imperio del capitalismo y su arrasador consumismo. Algunos pobladores cercanos a Caño Negro, de los pocos que han resistido el desplazamiento, han encontrado respuestas mediante la agricultura orgánica, con la comunicación directa con la madre tierra. Son costarricenses que mantienen su núcleo familiar y comunitario. Se han dedicado a reforestar y encuentran en su proceso de producción un retorno a la germinación de vida. De la semilla vienen los brotes que traen la vida y la vida se representa con el volver de las mariposas. Ese volver que debe ser pronto, porque luego ya es tarde…

La mariposa es la metáfora del color y de la vida que se resisten a caer bajo el criminal líquido del agroquímico o la pala del tractor. Color y vida que no están anotados en las cuentas bancarias de las transnacionales. La mariposa es la metáfora del vuelo en medio de la vida; vida que guarda una esperanza de no ser truncada por la sierra, la opresión y la desidia.

La mariposa es el espíritu del campesino que cree en la tierra, en su familia, en su país, a pesar de que ya hace bastante tiempo dejó de ser sujeto activo dentro de las políticas públicas. Desde inicios de los años ochentas (herencia de los programas de ajuste estructural) el modelo capitalista los excluyó,  pero se resisten a caer vencidos, creando vida a su vez.

El título “Para que vuelvan las mariposas”, oí decir a doña Sonia, se originó en la expresión de una campesina ante el maravilloso nacimiento de las flores. Las flores a las que matan los agroquímicos y son aplastadas por la maquinaria. Con su resurrección vuelven a renovar el compromiso con la vida en las pequeñas parcelas de cultivos orgánicos.

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