¿Para quién escribo?

Escribir es uno de mis vicios, junto con hablar sin parar y casi por cualquier cosa o emocionarme si veo algo que estimo bonito interesante

Escribir es uno de mis vicios, junto con hablar sin parar y casi por cualquier cosa o emocionarme si veo algo que estimo bonito o interesante, junto con hacer bromas y leer o beber café bien negro y cargado cual condenado a pena capital.

Hará algún tiempo alguien me preguntó con tono exigente y malhumorado qué pretendía yo con escribir y escribir. Nunca me lo había planteado, lo confieso. Simplemente escribo porque sí, porque escribo desde los cuatro años de edad, porque me es inevitable. De seguro no escribo bien, pero escribo y me hace ser feliz y escribo en cualquier parte incluidas servilletas pero testifico y aseguro no escribir en paredes o inodoros.

Escribo, sí, y si alguien lo lee y se motiva con los “inventos” que escribo me siento dichoso. Entonces, sí, por qué escribo se contesta al cuestionarse para quién escribo. Entonces, escribo, sí, y si alguien recrea su vida o parte de su vida con esos “mis inventos” afirmo, entonces, que mi acción humilde es digna y santa.

Escribo porque quisiera dar besos y abrazos pero tan sólo sé escribir. Escribo porque hay gente muy buena y humana que se alegra si escribo, que me consulta si escribo, que me critica si escribo, que parece volver a la vida si yo escribo. Escribo ciertamente para gente linda, como mis amigos (Eduardo, don Víctor, Carlos y Ángela, doña Benita, Marielos, Olga, Alexis, Edgar Roy, Juan Diego y Luis Diego y Miguel). Ellos tienen la inmensa y purgativa bondad de leerme, corregirme o criticarme. Escribo porque creo que de alguna manera lo mejor de todo es un abrazo permanente, humano, límpido y universal. Escribo porque para mí escribir es una manera de existir y querer a las personas.

[delipress_optin id="134623"]

0 comments

Semanario Universidad