Con la “nueva”, aunque muy anciana mentalmente, camada de opinionistas oficiales concurrentes en La Nación S.A., añadidos a la señora Marín Raventós y a los señores Mesalles (¿cesado alguno?) y Montaner (dominical el último), resulta más útil, si se desea encontrar una gracia fresca, leer las Cartas a la Columna que a los referidos columnistas (se exceptúa a los señores Vargas y Durán, aunque no siempre).
El 24 de junio, por ejemplo, se publicó una carta curiosa. Un varón de Santo Domingo de Heredia se queja de que por no aceptar el aborto, la fecundación in vitro, la diversidad sexual (¡!, él lo escribe así), la legitimación de la marihuana o que los ninis sean producción del sistema social, ni tampoco el Estado laico, resulta un “loser” que él asocia con obsolescencia, comportarse como fanático religioso o estar pasado de moda. Se defiende: “Yo soy un ser pensante, no como cuento, y (no) soy anticuado ni obsoleto” (paréntesis nuestro para salvar la coherencia de su alegato).
Al inicio de su carta ha atribuido la expresión “loser” a la jerga juvenil y la traduce como aplicada “a quienes por su comportamiento o forma de pensar no siguen lo que la moda dicta”. En realidad el término “loser” proviene de la sensibilidad urbana estadounidense y se inscribe en su imaginario del Gran Sueño Americano. En él todos están llamados a ser plenos y felices y, por ello, pueden existir “ganadores” y “perdedores”, pero los últimos siempre, o casi, tienen una (nueva) oportunidad para llegar a ser winners. Depende de ellos mismos. Existe una versión charraleada del imaginario gringo sobre winners y losers: quien nace para maceta del corredor no pasa. Pero esta versión metafísica, de inspiración católica, no es la que persiste (quizás desgastada) acerca de la movilidad social e individual en la sociedad del norte.
De modo que José Ángel Arias Álvarez no es un “loser” ni en la versión original estadounidense, porque en ella puede transitar a “winner”, ni tampoco lo es en Costa Rica porque sus enfoques del aborto, las distintas expresiones de diversidad de opción sexual y su institucionalización, la legalización de la marihuana, su desprecio por los ninis (ellos y sus familias son únicos responsables) y el peligro de un Estado laico que ‘olvida a Dios’, lo ubican entre la gran mayoría de los costarricenses, tanto si se interesan políticamente en esos temas como si reaccionan ante ellos por efectos de una inercia cultural. La población mayoritaria costarricense es de inspiración católica y, por ello, sólida, aunque no militantemente, conservadora. Luego don José Ángel es más bien parte de una masa común o corriente, “normal”, un costarritico. Para el país, no es un fanático religioso ni tampoco está pasado de moda. Es persona “normal”, si la mayoría lo es. Podría hacer parte de la Conferencia Episcopal tica si esta no fuese una argolla.
Más discutible es que sea “un ser pensante” (que reflexiona) y que no “coma cuento”. Come los cuentos que le agradan y ni siquiera se da cuenta de lo que traga y defeca. ‘Reflexionar’ es más polémico, por polisémico. Puede querer decir, por ejemplo, ‘rumiar’ lo de siempre, sentirlo sabroso y estar en paz (no elimina comportarse hostil). Pero también podría significar ‘examinar críticamente’ otras posiciones y apreciar (no se identifica con aprobar) o ponderar su novedad social. Lo último resulta en Costa Rica de minorías. Las mayorías, a las que pertenece don José Ángel, no reflexionan, en el segundo sentido, aunque se muestran atentas a que no les metan un gol. Suspicaces, son fieras activas o pasivas que desean ganar siempre. Que “su” mundo, que en realidad no es suyo, no cambie para nada porque se sienten gratos en él.
Como se ve, las opiniones de don José invitan al diálogo y se abren a reflexiones varias.
En cambio, el mismo día, el opinionista oficial, J. Daremblum la toma contra Vladimir Putin: lo ubica en la Guerra Fría y termina presagiándole o amenazándolo: si abusa de sus fábulas mundiales, algún “agente anónimo” (tal vez israelí) “… lo silencie mediante unas pocas gotas de la poción nuclear tan en boga en el Kremlin en estos días”. Un dron nuclear para matar a Putin. Sueños de infancia de Daremblum. Liquidar enemigos o perros. Para irritación de don José, en la Costa Rica intelectualmente muerta, pero en uso, Daremblum resulta un “winner”.
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