De las mezclas amalgamadas en una sola lengua -la del conquistador- quedaron aislados algunos grupos que por lo mismo conservaron una mayor uniformidad. A estas personas que conservaron fuertes rasgos identitarios, físicos y culturales, el Estado las encerró en una especie de Franja de Gaza mental, que si no tiene murallas de cemento las tiene de prejuicios.
De ahí que damos la bienvenida al proyecto que incluye un agregado al primer artículo de la Constitución: “…República democrática, libre e independiente, multiétnica y pluricultural”. Así se visibiliza a las etnias marginadas y se abre una puerta grande a los derechos humanos. Pero para que este proyecto trascienda la estética parlamentaria deberá ir acompañado de acciones concretas, como por ejemplo solucionar los graves problemas de Limón; restituir las tierras usurpadas a los indígenas; declarar héroe nacional a Pabru Presbere; imprimir la imagen de nuestras abuelas fundacionales, la India y la Negra, en los futuros billetes de cien mil colones.
Y todo lo demás que haga falta para hacer respetar la pluralidad.