En respuesta a un artículo que publiqué en el periódico La Nación (15/2/2014), en el que indiqué –entre otros aspectos– que el Frente Amplio (FA) estaba constituido por una izquierda tradicional y otra renovada, el filósofo Iván Villalobos Alpízar dio a conocer un comentario, tanto en La Nación como en el Semanario Universidad (12/3/2014), en el que patologizó al FA, al que presentó como una organización extremista, sectaria, oportunista, violenta y fanática.
Después de que en un nuevo artículo (La Nación, 2/4/2014) analicé los procedimientos descalificatorios empleados por Villalobos, y expliqué por qué sus planteamientos son representativos de la retórica anticomunista desarrollada durante la pasada campaña electoral, Villalobos ha utilizado sistemáticamente las páginas del Semanario Universidad para continuar con su campaña anticomunista contra el FA y para impugnar mis puntos de vista, con base en un amplio repertorio de argumentos ad hominen.El último comentario de Villalobos en el Semanario Universidad (6/8/2014) se ajusta a la tendencia descrita, con tres pequeñas innovaciones. La primera es que, en la mejor tradición del matonismo escolar, me reta a que “contradiga” sus “puntos de vista sobre el FA”, tarea imposible de cumplir, ya que Villalobos no tiene “puntos de vista”, sino prejuicios con respecto al FA.
La segunda modificación es que, si en un comentario anterior Villalobos se presentaba como un anticomunista “del bien común”, ahora se siente más cómodo en el traje de aquellos que utilizan armas de fuego para acabar con la vida de otros seres vivientes.
Por último, el tercer cambio se refiere a que, como resultado de la acumulación de argumentos ad hominem, Villalobos terminó por deshumanizarme, al proceder a mi zoomorficación; en contraste, al exponerlo como un anticomunista, yo siempre le he reconocido a él su condición humana, aunque la suya es una humanidad que –como queda claro en su último comentario– valora más la pólvora que la vida.