¿Y la política? ¿Y las ideas? ¿Y el desarrollo integral del país? Recientemente, dos agrupaciones “políticas” protagonizaron un esfuerzo sobrehumano por mantenerse en la “arena política”. Fueron estas un sector “ofendido” de un escombro de partido y otra, también cuestionada, quienes hacen un extraño pacto, porque por origen presentan filosofías políticas diferentes. Ante esto pregunto: ¿Cuál será el fundamento filosófico político del nuevo partido Liberpusctario en que se basarán sus propuestas? No es suficiente con desbancar al partido de turno, pues si lo consiguen, entonces deben tener mejores propuestas y acciones y ante todo ser intachables, incorruptibles pero por la historia conocida ya eso no es posible para ambos y menos para el resultado de tal unión. Esto genera más desencanto hacia la política y la forma en que muchos la hacen.
Además, el desencanto político tiene otro asidero en la enorme corrupción de que hemos sido testigos las personas electoras. Siento un desencanto por ver figuras políticas ya gastadas, luchando por asirse al poder, será acaso porque lo importante para ellos es el poder, nada más. La ciudadanía se percata del deterioro del Estado que al asumir un nuevo esquema económico, deja por fuera la función social y la solidaridad que ese Estado debe tener. Los cuestionamientos a la educación pública, a la deficiente obra pública por ejemplo en vías de comunicación (algunas enteramente deficientes tal como la carretera a Caldera o que nacieron muertas como la Trocha de la Soberanía), o los terribles problemas de atención que ya conocemos en la Caja, los problemas en las cada vez más desdibujadas instituciones autónomas, en fin toda una caterva de desaciertos y corrupción que llenan más la canasta del desencanto.
Las asesorías de imagen, práctica que de por sí reviste una encubierta hipocresía, la máquina mediática detrás de nuestras figuras políticas, o las transformaciones “artificiales” que tenemos que soportar en nuestras ciudades, ante propuestas salidas de tono de la realidad histórica y geográfica, son parte de los cálculos políticos que están dañando el país. Además, la histórica lucha de clanes familiares por obtener el poder. La cabeza del actual gobierno se empezó a alejar de la influencia de la familia que la formó y para ello recurre a otra poderosa, lo que hace que el país salga de “Guate-mala” para caer en “Guate-peor”.
Pero lo que es realmente desmoralizante es observar figuras políticas, que han sido suculento tema en la prensa nacional por serios cuestionamientos de corrupción, se presenten ante la opinión pública haciendo política, presentando planes para salvar al país, y exhibiendo todo un interés por los problemas que ellos mismos ayudaron a generar. Es como decía Sor Juana Inés: ¡Qué humor puede ser más raro que el que falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?
Seguimos sin definiciones políticas y sin un derrotero político para este país, lo que es peligroso para la democracia y la estabilidad, pues estas se establecen en el diálogo, en una oposición inteligente en la Asamblea Legislativa, no es un mero carnaval donde muchos diputados llevan agua a sus propios molinos, anteponiendo intereses politicastros por sobre la discusión de los verdaderos problemas que el país enfrenta. No vemos partidos cimentados en filosofías políticas, vemos tan solo intereses desde unas minorías hacia otras minorías. Resultan entonces toda una caterva de tratos, convenios, estrategias, si se les quiere llamar de esa manera, supuestamente en beneficio de la “democracia”, pero a espaldas de ella. En fin, nuestro proceso “político”, y no me refiero únicamente a las elecciones, es semejante al festín de una piara de cerdos sobre un pedazo de hueso con carne.