La base fundamental para elaborar un plan energético resulta ser una buena definición de las metas económicas y sociales que plantea un gobierno, de acuerdo con un modelo de desarrollo de largo plazo, que se fundamente en una filosofía política que sustenta el partido que salió electo con el mayor apoyo popular y no la suma de las circunstancias internas que determinan factores externos y grupos de poder en el desarrollo de actividades de su propia conveniencia.
Resulta entonces, que se inicia un diálogo sobre las acciones presentes y futuras que el país debería realizar en materia de electricidad, sin tener claro cuál es ese marco de referencia para los diferentes sectores, haciendo que la composición y crecimiento del producto interno bruto no tenga orientación alguna, más que la de crecer y sin saber cuáles medidas influirán en el mejoramiento de la distribución del ingreso o si son posibles y efectivas.
Así las cosas, la política energética que se defina, porque todavía no hay, ya que se desechó el VI Plan Nacional de Energía, se basará en las ocurrencias de los que participaremos en esos diálogos, los que más que obtener consenso de la sociedad, pretenden extraer ideas que no se tienen.
No sabemos cómo se proyecta, ni cómo se compondrá el PIB industrial, si habrá o no industrias intensivas en consumo eléctrico o si se seguirá únicamente con la industria electrónica y de turismo, ambas bajas en su necesidad energética. Asimismo, el comportamiento proyectado de los demás sectores de la economía, ya que se planifica a 20 años y la proyección de las variables explicativas económicas condiciona el consumo de electricidad futuro. El sector residencial consume el 40% de la electricidad, pero conocemos que el grado de electrificación alcanzó casi el 99% y solamente el ascenso en la escala social de las familias costarricenses producirá algún aumento de la demanda, matizada por la intensificación de los programas de ahorro y la generación distribuida haciendo casi nulo el crecimiento de las ventas de electricidad de las empresas, las que no tendrán ingresos tarifarios para pagar los aumentos salariales de sus empleados. En el sector transporte no hay un norte establecido, el transporte por vía férrea, apenas en estudio, no sabemos si será con electricidad y el ingreso masivo de vehículos eléctricos es todavía una utopía sin la planificación certera que se requiere para proyectar la oferta de electricidad para los próximos veinte años.
Esta situación socioeconómica nacional, producto de las políticas de apertura, del modelo de exportaciones bajas en valor agregado energético y de los altos precios de la electricidad, tienen como consecuencia que el indicador denominado “intensidad energética”, o sea la relación entre la tasa de crecimiento del consumo de energía y la tasa de crecimiento del PIB, sea un valor menor que la unidad, cercano al 0,85, lo cual es muy positivo, pues se producen más bienes y servicios con menor consumo energético, pero desde el punto de vista de la industria eléctrica, hace que sus planes de construcción de proyectos de generación eléctrica se desplacen en el tiempo, deprimiendo las inversiones y el empleo de ese sector.
En la actualidad, apenas se esbozan algunos trazos relativos a las acciones en el comercio internacional, tales como la reactivación del mercado interno, específicamente el sector agropecuario con miras a considerar el mercado centroamericano y caribeño como su meta y por otro lado todavía no se decide si el país formará parte de la Alianza del Pacífico, pero ninguna de estas iniciativas repercutirá en un aumento relativo importante de la producción de electricidad en el corto o mediano plazo por las características de los bienes exportables.
Un aspecto que si determina desde ya la política energética, en oferta y demanda es la decisión gubernamental de mantener la meta de carbono neutralidad para el año 21 y la declaración de que se seguirá con el modelo de oferta con base en fuentes renovables, la moratoria a la exploración y explotación de hidrocarburos, la independencia de hidrocarburos importados que obstaculiza la consideración del gas natural importado y el énfasis en uso eficiente de energía y generación distribuida, lo que da como resultado que los precios de la electricidad seguirán subiendo.