La revista duraba cinco meses para evaluar un artículo. Sin embargo, a los tres días tenía el dictamen: se rechaza el artículo debido a que es “muy crítico”. Nunca había oído igual estupidez, la cual muestra cómo son recibidos los artículos de corte marxista en el ámbito académico de derecha y los absurdos mecanismos que utiliza esta derecha para sabotear cualquier intento de crítica social.
En otra ocasión, el evaluador indicó que la bibliografía era muy amplia, “defecto” que le quitaba valor a la propuesta. O la vez que el evaluador escribió una serie de insultos no solo contra mí, sino también contra la revista por recibir artículos de tal perspectiva.
Otras veces, los evaluadores de derecha, antimarxistas, se escudan en la faz dominante en la academia. Entonces, y no sin horribles cruces epistemológicos, los positivistas quieren que todo sea análisis empírico y sujeto al “método científico”, sin involucrar juicios políticos (como si fuera posible una ciencia sin política y sin moral); y los fenomenólogos quieren hoy todo ligado a lo particular, sin teoría generalizante (lo cual sería ya una generalización).
Los evaluadores de derecha, que ofrecen sus servicios a las revistas académicas en Latinoamérica, parece que sufren un serio problema de autoestima. Es como si se concibieran a sí mismos incapaces de poder refutar los planteamientos de la Izquierda. Luego, como no pueden rebatir los planteamientos de la Izquierda, entonces hay que silenciarnos (recordemos que hace poco se pidió que no se me publicaran textos en las revistas académicas de Costa Rica).
Lastimosamente para ellos, esto internacionalmente está cambiando. La Izquierda marxista retoma su lugar y, poco a poco, se ve más material publicado incluso en español. Revistas como Hic Rhodus o Telos se abren a estas temáticas sin complejos. Aquí, las revistas en el área de ciencias sociales son más abiertas a todos los paradigmas, que las revistas de literatura y filosofía en la UCR. No obstante, la presión siempre está ahí. Si se utiliza el lenguaje marxista abiertamente, entonces cabe la gran posibilidad de encontrarse con uno de estos señores(as) reconocidamente neoliberales o bautizados con algunos eufemismos en lugar de neoliberal: postmoderno, fenomenólogo, feminista, etc., que tratarán de impedir la publicación, con un lenguaje vacíamente academicista y con un tono “supuestamente objetivo”. Por otra parte, si se intenta camuflar la línea roja, entonces se caería en una autonegación y, en ocasiones, si no se logra escapar al lineamiento explícitamente crítico, el artículo es desechado por “no-científico”.
Con la influencia del Banco Mundial y el “agringamiento” en las ciencias, se llega a considerar que la reflexión teórica, filosófica y política es no solo indeseable, sino también obsoleta. Conocimiento para esta derecha es solo aquello que se inserta en la producción de bienes y servicios, y que a la vez no incluya crítica social (de ahí el énfasis en lo identitario, en la parte como predica Žižek y fundamentado en la nada, como reza Badiou). El Banco Mundial impulsa una ciencia acrítica, tecnocrática y vendida a los intereses transnacionales de la derecha, la cual trata de callar o distorsionar (como con la corriente de la política de la abstracción en el pseudomarxismo actual europeo y estadounidense) el verdadero pensamiento crítico.
En Latinoamérica debemos estar atentos a la manera en que se nos roba la posibilidad de pensar nuestro mundo, más allá de las recetas dadas en los procesos de inclusión en Latindex, por ejemplo, de las revistas y en los requisitos que derivan de la indización.
Publicar desde la Izquierda es enfrentar a la derecha cobarde, petite-bourgeoise y obtusa, que se disfraza de académica, para hacer en las universidades el trabajo sucio de la burguesía.
Sin la Izquierda, la ciencia no podrá ser nunca Wissenschaft y permanecerá siendo solo una vulgar formalización.
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