¿Qué sucede con el deporte competitivo de la UCR?

I ParteLa Universidad de Costa Rica (UCR) tiene equipos que la representan en buena cantidad de deportes. Con sus hermosos uniformes celestes a rayas,

A lo largo de un tiempo considerable y después de valorar objetivamente algunas presentaciones deportivas de los equipos que representan a la UCR, me sentí tentado a escribir sobre este tema que a muchos universitarios nos tiene confundidos, desorientados y sumidos en una constante decepción que me hace lamentar el descalabro deportivo que vive la Universidad de Costa Rica (UCR), la cual creo que ha sido tomada por la incompetencia, inexperiencia y mediocridad deportivas en estos últimos años.

I Parte

La Universidad de Costa Rica (UCR) tiene equipos que la representan en buena cantidad de deportes. Con sus hermosos uniformes celestes a rayas, cada uno de sus deportistas se observa presto a levantarse en su defensa pero, en contraste, cada vez que enciendo la televisión, la radio, o bien, leo la sección deportiva de algún periódico, siempre la UCR pierde en todo. Me refiero a que no vemos una en el deporte de alta competencia y de alto nivel!!!!
Desde hace algunos años atrás he venido dando seguimiento al deporte competitivo de la UCR en algunas de sus disciplinas más importantes y debo mencionar que he quedado absolutamente desilusionado. Es increíble que la Benemérita Alma Máter por excelencia de Costa Rica, con su hermoso campus, con tanta diversidad social, con sus amplias instalaciones deportivas llenas de tecnología y con tantos profesionales egresados de altísimo nivel, entre otros pluses que tiene, sea incapaz de producir equipos competitivos, ganadores, de alto nivel y que verdaderamente compitan para engrandecer con hechos y resultados a la institución, la cual realiza, diariamente, enormes esfuerzos por brindar y alcanzar la excelencia en todas sus formas.
La excelencia es punto clave de la UCR y es lo que le ha permitido alcanzar la credibilidad y competitividad nacional e internacional a lo largo de 69 años de existencia, sin embargo; sus equipos de «alto nivel» parecen no entenderlo y menos comprenderlo, pues la mayoría de veces salen vapuleados, humillados y derrotados de sus respectivos juegos junto a un «papelón» que provoca esconder la cabeza, quitarse la chamarra de la U que uno compró para identificarse, levantarse y salir a paso rápido del recinto deportivo para no sufrir más, y con ello, hacer chistes derrotistas para consolarse a uno mismo.
En todos los deportes la U es «comparsa». Cuando a un equipo le toca jugar contra la UCR, ese equipo se frota las manos porque ya sabe anticipadamente que son puntos que sin mucho esfuerzo y «peinándose» ganarán. Es tanto así que muchos equipos se han dado el «lujazo» de enfrentarnos con equipos alternativos y hasta juveniles, y ni así somos capaces de ganarles, convirtiendo el final de cada uno de esos partidos en más que una humillación que dirige hacia la frustración.
Han pasado décadas desde la última vez que escuché el nombre de la UCR brillar en lo más alto del deporte costarricense. Las veces que he leído, visto o escuchado el nombre de la U ha sido porque salió vapuleada de un partido de baloncesto, porque perdió humillantemente los tres sets de un partido de voleibol, porque no la ve en futbol sala, o porque está en último lugar y está peleando el no descenso en el campeonato de futbol costarricense de primera división.
Con todo lo anterior, me refiero a las representaciones de masculino y femenino de la UCR las cuales, con sus «papelones», parecen ponerse de acuerdo en un mano a mano para calificar cuál derrota es más humillante, cuál causa más enojo, cuál da más risa y cuál género evidencia más falta de disposición y carencia de compromiso: si hombres o mujeres, lo que provoca preguntarme: ¿Será que les da miedo ganar? ¿Alguien los amenaza? ¿Les gusta que los humillen en su cara y ser perdedores? ¿Para eso entrenan diariamente?

La alta competencia y el alto nivel deportivos deben dejar de ser vistos sólo como nichos propicios para la acción social. Es decir, para desarrollar acción social la Universidad de Costa Rica (UCR) tiene otros espacios muy prometedores en los cuales se puede desarrollar deporte como acción social y para la recreación. La naturaleza de la competitividad dirige hacia objetivos diferenciadores que no pueden mezclarse con los de la acción social.
Para colmo, he logrado observar que los pocos jugadores y jugadoras que más se destacan en los equipos que representan a la UCR la utilizan como «trampolín» deportivo que lógicamente se dirige hacia lo económico y una vez que la U los dio a conocer, invirtió en ellos, los capacitó y los preparó para destacar bajo una relación simbiótica de ganar-ganar, ese deportista, así no más, se marcha fácilmente de la institución en beneficio suyo y en gran detrimento para la U. Por supuesto, que detrás de todo esto se encuentran algunos «vivillos cazatalentos» a quienes les importa un comino la U como institución académica y menos como organización deportiva.
¿Dónde están las autoridades universitarias que deben buscar y preservar la imagen de la institución?, ¿Acaso ignoran que esto atenta contra la credibilidad institucional?, ¿No son las autoridades universitarias las que deben promover la excelencia en todo lo que relacione o involucre a la UCR? Las preguntas podrían ser interminables.
No, señores. Cada equipo que representa a la UCR debe ser motivo de orgullo, de satisfacción, de diferencia, de juego limpio hacia el contrincante pero con fortaleza hacia el dispositivo en juego, de energía, de vigor, de fuelle. Deben ser regios y sentir verdaderamente los colores celeste y blanco en su capacidad motriz, así como conservar el escudo de la U dentro del corazón. Debe observarse competitividad y profesionalismo para ganar mediante óptimas estrategias que sean puestas en práctica para alcanzar la victoria y evitar la derrota a toda costa.
No pretendo que la UCR tenga equipos invencibles, pero sí pretendo que la UCR tenga equipos dignos y que reflejen coherentemente a la institución. Se que en el deporte se gana, se empata y se pierde, pero el mal sabor de boca que me queda es que la U pierde en todo, es vista como comodín y como «levantamuertos», y contra ella, es donde los demás equipos aprovechan siempre para «puntuar» y acabar con la «mala racha» que los aqueja.
Los Juegos Deportivos Universitarios no deben engañarnos. La realidad de los JUNCOS es que la UCR siempre los gana porque no tiene contrincantes, porque la mayoría de los equipos invitados tienen en sus filas a un grueso de jugadores inexpertos que quieren empezar a hacer carrera, jugadores que compiten sólo por representar a su institución o, de acuerdo con lo que he escuchado de varios estudiantes, porque es necesario para mantener la beca, entre muchas otras justificaciones más; pero en el momento en que le presenten a la UCR una delegación con verdaderos deportistas competitivos: Adiós también a JUNCOS!!!.
No visualizo a los JUNCOS como espacio para la competitividad en el deporte, sino más bien, como espacio para fomentar la fraternidad deportiva basada en una participación que inspira e impulsa hacia la acción social.
¿Dónde están todos los medallistas de la UCR en JUNCOS quienes, una vez terminados esos juegos, deberían saltar a competir y ganar en sus respectivas disciplinas por la institución?, ¿Y los entrenadores?, ¿Y el semillero dispuesto y comprometido? Lo cierto es que muchos terminan metidos en sus casas porque no se les dio seguimiento u ofreció oportunidades, o bien, terminan en otros equipos una vez que el factor económico hace diferencia. Y una vez más… estancados y sentenciados a sufrir.

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