Que vas a estudiar ¿qué?

Pese a que la Filosofía cumple históricamente un rol cultural privilegiado, como generadora de saberes e introductora de sensatez en el sentido común social

Pese a que la Filosofía cumple históricamente un rol cultural privilegiado, como generadora de saberes e introductora de sensatez en el sentido común social, subsiste aún en nuestro país una suerte de lugar usual de valoración despectiva hacia ella. Cierto que es tal opinión recurrente tiende a cambiar con velocidad en los países capitalistas centrales y en los países latinoamericanos que se han comprometido en la tarea de construcción del socialismo, pero no lo es en Costa Rica.

Recién he escuchado de parte de los estudiantes que llevan mi curso que sus padres refieren de esa manera a su elección académica. Sin duda, esto les genera una vivencia ambivalente. Yo mismo la viví cuando a los dieciséis años ingrese a la UCR a estudiar. La diferencia radical fue que, en esos años, los de la guerra centroamericana, recibí el apoyo de la oveja negra de mi familia, aquel que siempre soñó con estudiar filosofía, pero que al final no lo hizo. Gracias a él estudié filosofía, no medicina o arquitectura. Gracias a él, mi familia comprendió que mi opción por la carrera de Filosofía fue más que una elección académica, se trataba de una disposición vivencial cuyos antecedentes giraban en torno a la expectativa de un saber que enfrente las incertidumbres del mundo y la existencia. La Filosofía es el pensamiento del hombre erguido ante su presente.

Por ello quien la estudia visualiza la existencia de otro modo. Se trata del más rico de los saberes, el que se transforma en una forma de vivir tal que hace del filósofo un ser extraño para quien lo ve desde lejos. Bueno al menos yo.

El filósofo es una criatura de la noche. Su espíritu alza vuelo en la oscuridad de las vivencias para rozar el contorno borroso de quienes, existiendo solo entre brumas, aún no se definen como poseedores de una dignidad diferente.

Claro que los padres de los jóvenes que estudian la carrera de Filosofía tendrían que preocuparse por el futuro de sus hijos, porque este es tan incierto como el de cualquiera. La incertidumbre es la constante de la época.

Pero ya pasó aquel momento en el que el filósofo se moría de hambre al recibir un sueldo miserable. Yo mismo durante años raspe la olla. Esa situación ha mejorado. El ejercicio profesional se va ampliado.

En un listado de los profesionales más requeridos para los próximos 15 años, publicado en EE.UU., se cita al filósofo. Por otra parte, en nuestro país los colegas más jóvenes en la Universidad Nacional han empezado a experimentar con el escenario de la filosofía práctica, particularmente el asesoramiento filosófico. Para el filósofo, lo importante será siempre el desarrollo integral del espíritu.

Por supuesto que eso es imposible de comprender desde las categorías de referencia sobre lo importante en la vida existentes hoy en la superestructura valorativa del capitalismo… a menos que… curiosamente… se tenga el dinero de sobra para poder hacerlo despreocupadamente.

El reconocimiento de la importancia específica de la Filosofía, su vigencia y el prestigio de estudiarla aparece solo en la conciencia de la clase dominante; en los sectores populares la situación inversa. Por efecto de sus dinámicas ideológicas, el capitalismo siembra en las conciencias envilecidas el desprecio por la aspiración digna.

En una sociedad que opera funcionalmente por medio de exclusiones y zonas de exclusión, el pobre no puede responder sino a la desesperada aspiración de una existencia tal como la que el dinero en abundancia puede dar. Esto es lo opuesto a lo que vivencian los estudiantes de la UNA. Estudian la carrera de Filosofía por pasión y con miras a ejercerla profesionalmente. No es el zagal de la UCR que la estudia para complementar su ejercicio directivo en la empresa de la familia.

Por ello, en un proyecto en gestación como el de la Escuela de Filosofía de la UNA, y solo ahí, los muchachos están haciendo un esfuerzo de inserción en la conciencia marginalizada de los jóvenes y niños de Guararí. Tenacidad acertada, sin duda, pues antes de sacar a un hombre de la pobreza, debe sacarse la pobreza de ese hombre, para evitar que vuelva a ella.

Estos estudiantes no serán nunca aquel tipo de filósofo que deambula distraído por la calle si notar ni siquiera por dónde camina. Serán, por el contrario, sujetos de una dignidad diferente, la del espíritu despierto, esa misma que el capitalismo arrebata y no puede asignar como derecho humano, pero que enaltece a las conciencias de los desterrados de la tierra.

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