¡Que vergüenza de ministros!

El domingo 1 de los corrientes, en la página 9A de La Nación,  los ministros de Hacienda y Educación, junto con las ministras de Ciencia y Tecnología y Planificación, suscriben, con dineros del erario público, un “campo pagado” de página completa, titulado: El gobierno de la República.  Hacia un financiamiento sostenible de las Universidades Públicas”. […]

El domingo 1 de los corrientes, en la página 9A de La Nación,  los ministros de Hacienda y Educación, junto con las ministras de Ciencia y Tecnología y Planificación, suscriben, con dineros del erario público, un “campo pagado” de página completa, titulado: El gobierno de la República.  Hacia un financiamiento sostenible de las Universidades Públicas”.

El escrito, que parece consistente, deviene en un recurso que, en la mayoría de sus puntos, es falaz. Veamos un solo ejemplo pues, por lo limitado del espacio, no puedo extenderme más: el centro del campo pagado lo constituye un gráfico con dos variables: “estudiantes” / “FEES real” y la inferencia es la siguiente: “¿Cómo pedirle a la sociedad un aumento anual del 11 %, mas inflación y más crédito, cuando solo se admite un 3 % más de estudiantes? ¿Dónde queda la diferencia? El gráfico siguiente muestra esa dramática disparidad…”.

¿Dónde está el problema lógico? A decir verdad hay múltiples problemas: 1) Se comete una falacia de énfasis gráfico, al intentar atraer la atención del lector neófito para que infiera y se alarme sin fundamentación suficiente. 2) Se dramatiza la interrelación de dos variables que, por sí solas, no es posible contraponer y, a partir de la cuales, no es posible concluir nada.

3) Se oculta la definición de universidad que se pretende promover según visión reduccionista, pues se la entiende como “enseñadero” y no como casa de educación superior en sentido integral, de aquí que no se haga referencia, al menos, a la acción social, a la investigación y al desarrollo infraestructural.

4) Se homogeiniza la categoría de estudiante, haciéndola unívoca y mecánica, obviando que el costo estudiante es muy variado según carrera, según perfil, según extracción y según beneficios complementarios entre muchos otros factores.

5) Se mercantiliza la formación universitaria en una especie de flujo de caja, obviando los elementos cualitativos de esta.
Pero, además se trasciende a defectos éticos, pues con señalamientos como el anterior los señores ministros y las señoras ministras pretenden persuadir a los lectores hacia inferencias inválidas, según mi entender, con plena conciencia del fraude argumentativo implementado y con la intención de “llevar agua a su molino”.  Ello es inaceptable por irrespetuoso y poco noble; media la mala fe.

Los ciudadanos merecemos más respeto y los “políticos”, a los que casi nadie les cree nada en muchas partes del orbe y Costa Rica no es excepción, deben ejercitar más la prudencia y la justicia en su decir y en su hacer.  Ya es hora que dejen de responder a intereses grupusculares; ya es hora que dignifiquen al pueblo al que se deben; ya es hora que nos hablen con la verdad completa y no a medias.
 
Por ejemplo, para completar la verdad, por qué los señores ministros y las señoras ministras, en vez de pretender el engaño sustentado en un ridículo pragmatismo inmediatista, no hablan de lo cualitativo universitario que está fuera del gráfico, de lo que incluso ellos han sido beneficiarios; por qué no recuerdan el deber estatal de financiar suficientemente la educación superior pública que no es sino el instrumento más adecuado para construir humanidad, democracia y paz; por qué, ante la supuesta limitación de recursos, no hacen imperar los principios innegociables y se dedican a hacer lo que les corresponde, en vez de timar al pueblo como en este caso.

Pero hay más para procurar esa verdad: ¿Por qué no nos dicen los ministros y las ministras por qué las arcas están vacías? ¿En qué proyectos sin planificar se invirtieron los dineros en la administración Arias y en cuáles, también sin planificar, se están invirtiendo en esta administración Chinchilla? ¿A cuántos miles de millones asciende la subejecución presupuestaria del Ministerio de Educación y por qué el señor Ministro no invierte tales cantidades, pese al abandono existente en este sector?  ¿Por qué no se reconocen los esfuerzos planificadores universitarios cuando los políticos no planifican sus clientelismos, sus subejecuciones y sus proyectos espontáneos?

La verdad, la belleza, el desarrollo integral, el bien común y la justicia son el telos de la universidad pública. Confío que ningún ciudadano se opondrá a la inversión en ella, porque eso garantiza una sociedad superior y una convivencia saludable y óptima; a la postre, seguramente, con ministros y ministras integralmente desarrollados. Pero lo mínimo es el respeto en el diálogo negociador.

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