Con el Energiewende Alemania va a generar casi toda su electricidad con energía eólica y solar antes del 2050. Se señala como un experimento peligroso, pero este gigante europeo tiene todo el potencial para lograrlo, dada su riqueza económica y liderazgo ingenierístico. Reducirán el uso de energías primarias a la mitad, la demanda general en un 25% y las emisiones de carbono en un 95%. Fue aprobado después de que el desastroso incidente de Fukushima en 2011 convenció a los alemanes de cerrar todas sus plantas nucleares antes del 2022; un proyecto único, máxime cuando países similares como el Reino Unido han optado por desarrollar más generación nuclear y renovar sus plantas térmicas, implementando tecnologías de captura de carbono. ¿Cuáles lecciones hay para Costa Rica, ante la transición necesaria hacia una economía baja en carbono?
Las redes eléctricas se desarrollaron para que la oferta siempre pueda cumplir con la demanda. Cuando se genera con represas en ríos caudalosos, o con plantas de generación térmica, es más fácil lograr esto. Cuando se trata de generar con energías renovables es más difícil: no se puede controlar cuándo habrá sol o cuándo soplará el viento. Manejar la intermitencia es el desafío fundamental de una red eléctrica basada en renovables. No obstante, la experiencia alemana demuestra que redes eléctricas modernas pueden adecuarse a manejar más renovables, aunque esto represente retos técnicos, ya que fueron diseñadas para fluctuaciones naturales de oferta y demanda. Aquí en Costa Rica, e idealmente hablaríamos de Centroamérica, hace falta que superemos estos mismos retos técnicos para lograr desarrollar una economía baja en carbono.En el futuro Alemania generará más energía renovable de lo requerido. Interconexiones permitirán exportar este exceso, por ejemplo para cumplir con la demanda en Escandinavia, que a su vez podrá devolver de forma recíproca en otras ocasiones con energía almacenada en sus centrales hidroeléctricas. Aquí en los trópicos necesitamos una matriz con paneles solares en zonas de alta radiación, geotermia y parques eólicos en las cordilleras volcánicas sin comprometer los parques nacionales, aliviando así la carga a nuestra base hidroeléctrica para permitir mayor captación pluvial. En el futuro, el almacenaje de energía renovable será una realidad. Aunque la mayoría de estas tecnologías se encuentran aún en la etapa de investigación y prueba, Alemania ya invierte para aprovechar el exceso generado, para convertir agua y CO2 en gas metano, almacenándolo para su uso futuro en generación térmica.
El Energiewende ha sido criticado por subir costos. Los subsidios estatales actualmente representan 20% del costo al usuario final. A pesar de esto, los alemanes siguen comprometidos, tanto, que en las elecciones recientes ningún partido cuestionó esta política. ¿Los motivos? La ciudadanía se ha visto beneficiada, y no solo en su conciencia ambiental. Casi la mitad de la capacidad de este sector está en manos de cooperativas rurales. Se compensa el recibo de luz con el rendimiento sobre las inversiones: un motor económico en las zonas más necesitadas del país. La transición a renovables ha propiciado un desarrollo sostenible: crecimiento económico junto con creación de empleo y casi 500.000 empleos existen gracias a este sector verde. Considerando los impuestos recaudados y los ahorros del seguro social por menos desempleo; analistas insisten que el proyecto resulta fiscalmente positivo.
En Costa Rica necesitamos enfrentar el reto y tomar la iniciativa a nivel regional. Nuestros vecinos están construyendo plantas térmicas para generar con carbón mineral. El ICE insiste en que la dependencia en generación térmica encarece los recibos y que la única alternativa es construir megaproyectos que implican altísimos costos ambientales y financieros, sin cambiar el modelo energético o ampliar la matriz existente. ¿No habrá llegado el momento para un Energiewende tropical?