No inventamos los primeros lenguajes de la computación. Se inventaron en países extranjeros. Si fue el caso que los copiamos y los importamos. Si continuamos con esa lista, estableceríamos una serie de expansión casi infinita.
Nuestra América Latina se ha caracterizado en los últimos cincuenta años por una ausencia de progreso e innovación científico, tecnológico, artístico, filosófico, teológico e histórico. Buena parte de la arquitectura ha sido copiada (con excepción de las escuelas mejicanas y brasileñas).
Si es verdad que en la literatura se ha destacado nuestra civilización, como también a través de la música (en realidad solamente la salsa), lo demás parece que es heredero de un páramo. Comienzo a comprender porqué esto ha sido así. Los compañeros míos que se graduaron en 1959 del colegio están celebrando reuniones y fiestas al respecto. Conversando con ellos me pareció que han llegado a aceptar el reinante cuadro ideológico, que aumenta la riqueza de algunos, pero disminuye los ingresos de los demás. Son excelentes personas, pero no son pensadores críticos. Mientras el mundo ardía en cambio hace cuarenta años, muchas de esas generaciones se refugiaron en una Costa Rica domesticada e incapaz de pensar que debería ser un líder del pensamiento latinoamericano. Cuando llegaron, hace escasos treinta años, las primeras oleadas del neoliberalismo, mi generación no opuso resistencia. Me imagino que pensaron que era económicamente benévolo. Me imagino que no reflexionaron sobre la ausencia de moralidad inherente a esa ideología acristiana. Costa Rica siempre fue un poco superficial y frívola y el capitalismo salvaje usó ese rasgo, para generar el consumismo y derogar la democracia ciudadana a través de la expansión de una inconciencia básicamente amoral.
Nuestro país, así como los demás países del orbe, se encuentra en crisis. La recesión, la crisis de los granos, la hiperexplotación, la crisis de la vivienda, la desocupación, las migraciones masivas, etc. son solamente algunos de los síntomas de la vida del siglo veintiuno. No sé que ocurrirá en Costa Rica si suben los intereses bancarios sobre los préstamos a las viviendas. Todo ese desfile de modas de automóviles, camino a los condominios a eso de las 5 y media de la tarde, puede que entre en colapso. ¡Hasta los automóviles los deben! ¡Y el condominio también! ¡Las sociedades consumistas son así! Vivir fuera de San José es un símbolo de estatus clasista. Se mueren (casi literalmente por endeudamiento) para lograr ese simbolismo. ¿Qué ha de ocurrir si la crisis de la recesión les niega el continuar teniendo ese estatus? Me imagino que ocurrirá lo que ocurrió en Méjico, Brasil y la Argentina hace algunos años cuando quebró el cuadro empresarial. A saber, un completo desastre psicológico y psiquiátrico. Hubo que rescatar a esos países con préstamos gigantescos para que no continuase la ola del colapso económico y con ello el aumento del distrés y sus enfermedades allegadas.
El talón de Aquiles de las sociedades neoliberales es el consumismo. Si por alguna razón ocurre una recesión en la capacidad del consumo y una disminución del ingreso relativo, se sufren colapsos tipo estrés/distrés en las clases gerenciales o semigerenciales (y el tsunami psiquiátrico alcaza a los demás). Al menos es lo que ha ocurrido en otros países latinoamericanos. Entre más abrupto, impredecible y amenazante es el cambio, más ocurren los síntomas tipo distrés. Creo que esto se puede comprobar en la Caja Costarricense del Seguro Social, a través del aumento (durante los últimos cinco años) por paciente del expendio de los ansiolíticos, los antidepresivos y los neurolépticos. Especialmente los primeros dos. Mientras ocurre dicho colapso en la salud pública, las filas de automóviles continúan imperturbables camino a sus condominios, sin darse cuenta del siniestro que sufre el país. Viviendo en forma acéfala e inconciente se alejan y diferencian al respecto de todo desastre nacional. La peor tontería es deberlo todo para aparentar ser más de lo que intelecto y corazón hayan podido lograr en toda una vida. De esa manera, se ha logrado forjar una nación en que faltan intelectuales, científicos, artistas y pensadores de renombre latinoamericano. ¡Sobra lo gerencial y falta lo intelectual! Aun con todo esto en contra, el nuevo ranking de la Universidad de Costa Rica, la pone entre las mejores universidades latinoamericanas y mundiales. Con las uñas se ha logrado eso, pues la financiación de los gobiernos jamás ha sido muy alta. Hay que tener gran cuidado que esas masas consumistas e inconcientes, no se tornen anti-intelectuales. ¡Sería el inicio de un neofascismo costarricense! A pesar de todo, me invade una profunda nostalgia por esos tiempos del ’59 en que no temíamos ser manipulados por el creciente eje de un capitalismo de tipo anti-ciudadano. En 1959 el capitalismo costarricense era benévolo y los ticos vivíamos sin temor del futuro. ¡Todavía éramos la Suiza centroamericana!