Reflexiones sobre la riqueza y su extracción

Ha sido empinado el camino andado por la humanidad; por un lado, enfrentarse a los fenómenos de la naturaleza con ignorancia, luchando por construir

Ha sido empinado el camino andado por la humanidad; por un lado, enfrentarse a los fenómenos de la naturaleza con ignorancia, luchando por construir el conocimiento que le permitiera enfrentarse a las amenazas y lograr la sobrevivencia. Las claves para lograrlo están, en primer lugar, en la unión, la colectivización, el conjuntar sentidos, la reflexión, desarrollo gradual del pensamiento crítico, para aprehender la realidad, domeñar los fenómenos y perfeccionar la práctica; en este proceso destacan su órgano superior, el cerebro, ideador, y la mano hacedora.

En este largo caminar, por otro lado, la humanidad ha tenido que luchar contra un pequeño grupo social que, por la fuerza o el engaño, ha expropiado-apropiado de la riqueza que con su labor producen los (as) trabajadores; así como de la tierra y los recursos naturales, impidiendo a las grandes mayorías disponer de los bienes materiales y culturales para llevar una vida digna.

Hace casi 300 años, surgió en Inglaterra un nuevo modelo de producción, de organización política y social: el capitalismo, mucho más avanzado, efectivo en los mecanismos de expropiación-apropiación de la riqueza producida por los (as) trabajadores, a través del engaño de los salarios injustos y condiciones de trabajo y de vida muy deficientes, hasta llegar a la miseria. Este régimen se distingue por impulsar la ganancia máxima −a toda costa− sobre la ética y la moral, atropellando a la humanidad y la naturaleza, siempre galopando sobre la codicia. Por otra parte, su sistema económico, financiero, mercantilista y fraudulento, succiona gran parte de la riqueza generada por los pequeños y medianos campesinos, industriales, artesanos y comerciantes; asimismo, se apodera de la tierra y todas las riquezas naturales.

La pérfida Albión, con este sistema exprimió a su pueblo y se lanzó contra otros pueblos para despojarlos de sus territorios, de sus riquezas y, lo más grave, cometer grandes genocidios contra los pueblos originarios de USA, Canadá, África, India, Australia, creando guetos (aparthaid) para los que quedaron vivos. Además, mediante las armas y un sistema económico, financiero, mercantilista, especulativo y fraudulento, a cañonazos obligaron a China a abrirse a su comercio, imponiéndole el del opio. Su hijo y alumno aventajado, USA, hizo lo mismo arrebatándole a México más de la mitad de su territorio, invadió e intervino Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Puerto Rico quedó, en sus manos cautivo, y en el resto de América Latina y el Caribe, por diferentes medios, sus intervenciones han sido constantes. Este nuevo imperio, a cañonazos también impuso su comercio a Japón, repitiendo este aventajado alumno lo que hizo con China su maestra, la pérfida Albión ; pero, muchos alumnos más siguen su perverso ejemplo.

En las reflexiones anteriores, están claramente señaladas las causas de la desigualdad, de la injusticia, de la iniquidad, de la pobreza y el descontento popular.
Hace ya décadas, el sistema capitalista, por el afán de la máxima ganancia y la codicia −por cierto sus esencias−, ha entrado en contradicción con las mayorías, con la naturaleza y la propia vida sobre la Tierra. El consumismo es pilar fundamental del sistema; por eso el gran impulso del mercado, sin regulación, la creación de los «moles» como modernas catedrales donde «arrodillan» a la gente, ante la mercancía, como el nuevo dios. En la cabeza del sistema: USA; el consumo constituye el 70% del PIB y, es forzado a su crecimiento en todo el mundo, con el agravante de que se están dilapidando los recursos naturales, se destruye la naturaleza al extraerlos y al utilizarlos, porque la codicia y la máxima ganancia impiden las medidas que eviten la contaminación del medio ambiente. Además, la industria, sobre todo la de la guerra, la alimentaria y la farmacéutica, no tienen controles y muchos de sus productos son dañinos a la salud y, en el caso de las armas, matan y destruyen.

Las grandes mayorías están descontentas y protestan por los injustos bajos salarios, la disminuida inversión social en vivienda, salud, educación, seguridad, ambiente sano, esparcimiento, en fin, en una vida digna. Agregado a que el perverso sistema con sus mecanismos económicos, financieros, especulativos, mercantilistas y fraudulentos, despoja gran parte de la riqueza producida por los pequeños y medianos campesinos, industriales, artesanos y comerciantes.

Sobre esta realidad se crea el conflicto entre el pueblo y la naturaleza, contra un pequeño grupo que domina la economía, la política, e impone un orden social con secuestro del Estado y una dictadura mediática-ideológica, que le asegura el poder total. Sin embargo, cada vez hay más signos de su debilitamiento, de su fragmentación; en su interior se desarrolla una fuerza centrífuga, que lo erosiona y destruye; en cambio, en la mayoría de los pueblos del mundo se ha puesto en marcha una fuerza centrípeta que los une y va creando una masa crítica social-política, que abre el camino de un desenlace a su favor, siempre y cuando se recurra, por todos los medios, a impedirles la guerra.

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