Y es que esta localidad forjada por hijos de mineros y agricultores se las trae. En silencio y sin mayores aspavientos, la semana pasada las “fuerzas vivas” de este lugar (sin fanatismo, le digo a usted, es simplemente bella y acogedora) organizaron una mesa redonda “sobre problemas del género en la política costarricense”. Obviamente hubo mucha gente que atribuyó el atraso de las obras para el mundial femenino –con un costo de más de $ 10 millones−, los problemas de la trocha fronteriza –más de ¢ 22.000 millones se nos desaparecieron−, las multimillonarias pérdidas de FODESAF por disminuir el periodo de prescripción a los patronos morosos de diez a tres años, que tenemos como presidenta una mujer −“Sí en Zapote hubiera “un mantudo”, resumió la tía Berta−, todo el mundo hubiera disimulado la falta de transparencia. ¿Acaso ya no recuerdan cómo cerraron el Banco Anglo, cómo mataron el ferrocarril para favorecer a las “empresas furgoneras”, jodiéndonos a todos la red vial? Vean lo que les digo, prosiguió micrófono en mano: reventará un nuevo “tanate” con la finquilla, carretera a Caldera, que comprarán y repartirán en lotecitos de dos hectáreas para campesinos pobres, donde algunos dirigentes políticos son ahora agricultores, y este no se gestó en este gobierno, aseguró.
Sin embargo, no fueron los sesudos argumentos en pro y en contra del tema que me llamaron la atención, sino la competencia que sirvió de preámbulo y que creo es única en Centroamérica: la cacería de culebras. Horas antes del debate, un equipo encabezado por un señor llamado don Lidio y otro dirigido por una persona que cariñosamente llaman “Tigre Azul” se dirigieron, el primero a los potreros de la familia Ulate; el segundo a las extensiones de “Los Moras” a cazar, eso sí, solo “sabaneras”, “raneras” y “micas”. Al parecer, las más difíciles de coger son las llamadas “micas”, porque si bien ninguna de ellas es venenosa, estas últimas cuando se “cabrean” corretean a la gente y, tomando como apoyo sus cabezotas, giran en su propio eje y chilillean al más pintado. Un total de 13 serpientes recolectadas por bando obligó, según la tradición de la gente de “La Risotada”, a inventar nuevas competencias. Así nació esa tarde la propuesta que van a hacer a la Asamblea Legislativa para que oficialice el campeonato mundial de trompos, en sus distintas modalidades: masculino, femenino, infantil, juvenil, máster y mejor visitante turista.
Hace cuatro años, cuando una selección sub-20 de fútbol masculino fracasó en sus aspiraciones para asistir al mundial, los líderes de esta comunidad propusieron un proyecto de ley tendiente a declarar los 29 de febrero día obligatorio del juego del “cromo”; y darle personería jurídica a la Federación Internacional de Cromeros (FIC), con la sana intención de que algún día seamos sede de un certamen mundial, con reales posibilidades de arrasar con potencias deportivas que emergen en boxeo, béisbol, natación, baloncesto, como Nicaragua, Argentina, Venezuela, Brasil, Cuba, etc. Cuenta don Lidio que en ocasión de otra competencia empatada, desde la década del ochenta, propusieron a las autoridades olímpicas elevar a “deporte olímpico” los “jackses” y el juego de “canicas”, pero tan importantes proyectos, lamentablemente, duermen el sueño de los justos.