¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? Groucho Marx
Aplazados hasta nuevo aviso los compromisos de campaña, el Gobierno decidió presentar un informe de 100 días, para, según estos, demostrar el por qué del dicho al hecho es difícil. Asistimos a una reintepretación de la participación ciudadana: reducir su experiencia-trabajo a la mera consulta, siempre y cuando estos señores y señoras del Gobierno lo consideren necesario. ¿Qué escenario nos abre este nuevo Gobierno?Un plan de gobierno que pasado los días de campaña, se destiñó al sentarse en la silla presidencial; ni un solo proyecto se presenta que garantice o por lo menos deje vislumbrar una mayor participación ciudadana en la gestión de lo público, donde facilite espacios de incidencia para auditar-proponer aspectos sobre las instituciones públicas, de tal manera que sea cada vez menor el margen discrecional de estas.
Bajo una aureola cuasidivina, resultó que las páginas web vendrían a cumplir esto, y colocar la información será la forma más directa de cómo se cumple-calma las pesquisas incómodas.
No se trata inicialmente de modificar la constitución política, hecho lo suficientemente complicado por el escenario político. Sin embargo, no es imposible inducir nuevos mecanismos dentro de los marcos legales actuales, que permitan la auditoría ciudadana, así como en las instancias gubernamentales incrementar la participación de los sectores sociales. Un decreto, un reglamento, una disposición ministerial serían suficientes para mandar ese guiño a la ciudadanía, sobre cómo los compromisos por esa otra forma de hacer política siguen vigentes.
Nunca se trato de cortar árboles bajo el eufemismo de la casa de cristal, o salir en cadena de televisión sin corbata; estos son apuntes desde la mercadotecnia política, para maquillar un engranaje gubernamental defectuoso e impotente.
Por esta razón aún es necesario seguir demandando una profundización real de la participación ciudadana, evitar las ocurrencias y exigir que las acciones rectoras de la política pública provengan de la ciudadanía y no de un grupo tecnocrático, que en las últimas décadas demostró la incapacidad de traducir las políticas públicas en satisfacción de necesidades.