En una emergencia como sufrida recientemente en la zona atlántica de nuestro país debido a las inundaciones, algunas personas nos preguntamos si la ayuda material será la única necesidad de apoyo que requieren estas poblaciones. ¿Qué sucede con esas personas en el nivel emocional?
Este tipo de situaciones producen un incremento de reacciones emocionales intensas. Sin embargo la poca atención otorgada a la salud mental en situaciones de desastre en nuestro país no permite una rápida identificación de las personas que requieren de un apoyo especial. La experiencia nos indica que el abordaje temprano de los problemas de salud mental es la mejor forma de prevenir trastornos más graves.
Los desastres implican una perturbación psicosocial que excede la capacidad de manejo de las personas, tanto individual como colectivamente. Sin embargo no todos los problemas psicosociales pueden calificarse como enfermedades, la mayoría de ellos son reacciones “normales” ante situaciones “anormales” de gran significación o impacto, como las que se presentan en una emergencia.
Los efectos de los desastres sobre la salud se manifiestan tanto en lo físico, como en lo emocional y lo social. A lo largo de la historia de la atención de los desastres se ha brindado una intervención más detallada a los aspectos físicos y sociales. Aunque es importante reconocer que en los últimos años ha habido avances en la incorporación del componente de salud mental.
La atención de la salud mental no debe estar focalizada en el evento traumático. Debe buscarse la participación de los diversos actores implicados para equilibrar la integridad psicológica de las personas, así como sus redes sociales.
El énfasis en el ámbito comunitario no implica dejar de lado el individual y familiar. Se deben generar espacios comunitarios en donde se socialice lo sucedido, de manera que pueda re-elaborar y movilizar recursos para prevenir futuras crisis.
Es importante capacitar a las comunidades para que logren propiciar espacios de apoyo mutuo en los que se logren generar procesos grupales para la autoayuda, la identificación de recursos personales y colectivos que les permitan salir adelante y disminuir la dependencia externa.