“La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de coraje. No puede temer el debate. El análisis de la realidad. No puede huir a la discusión creadora, bajo pena de ser una farsa” (Paulo Freire, La Educación como Práctica de la Libertad).
Dicen que 18 meses transcurrieron desde que inició la negociación sobre la asignación de presupuesto para las universidades públicas; me contaron también que la rectora de la Universidad de Costa Rica, la flamante Yamileth González, en un principio había acordado con algunos sectores de la Universidad la lucha por la asignación de un 13% de crecimiento real de las universidades para el próximo quinquenio.
Luego (¡como cambian las cosas de rápido!), pues resulta que la señora, actriz principal de este espectáculo, en público y de manera vehemente, con banderas y energía juvenil llamó a toda la comunidad universitaria (incluyendo a sus amigos más cercanos) con todo el poderío institucional y los recursos a mano, a la lucha insaciable por la consecución de un 11%. Campanas sonaron con la bandera de lucha enarbolada (aun con el disgusto del Sindicato y la Federación que me imagino todavía están esperando la explicación del cambio), y cobijándonos a todos en un mismo saco se realizaron peregrinaciones multitudinarias al palacio de la inmaculada Presidenta de la República.
Me pasaron también el chisme de que con el 11% (y la “platilla” de más en empréstitos de los Organismos Usureros Internacionales) la U saldría ADELANTE sin ningún problema. Y no les cuento las cosas que me enteré de tiempo atrás, porque no me alcanzaría el espacio. Y bueno, luego me di cuenta que en una madrugada de estas se selló el trato entre Gobierno y Rectores, con un 7% para unos dos años, y un 4,5% para los restantes. Y el jueves y viernes siguiente me percato de que el campus estaba lleno de manifestaciones contra el acuerdo que dicen que nefasto, pero… yo que sé, si van ya 18 meses de que se negocia a escondidas mías. Y ni siquiera tengo cómo defender a nuestra reina Yamileth, a quien al parecer le usurparon el palacio por unos días, porque aún estoy esperando una Asamblea o algo parecido para entender lo que nunca quisieron que entendiera. Y luego de ser sacado de clases me entero también que nuestra rectora cierra el viernes 27 de agosto la U, dicen que para evitar más “bochinche”, aunque en este caso la palabra se aplique a todo intento de crítica de la política, dicen algunos, nefasta, de nuestra líder incuestionable. También escuché que era esta una estrategia desmovilizadora, complementada con correos masivos de enaltecimiento politiquero de la figura de la rectora y el desprestigio de la Federación y el Sindicato.
Es este el sentir de buena parte de la comunidad universitaria, que ante la ineficacia de canales de información adecuados, y de una inclusión democrática en el proceso de negociación, se vio inmerso en un ambiente de desinformación tanto de lo que se negociaba, cómo se negociaba, así como los criterios más aceptables para definir qué era mejor para las universidades. Ambiente que con justa razón, reclaman estudiantes y trabajadores ante un proceso antidialógico (del gobierno con los rectores y de los rectores con la comunidad universitaria), que favoreció la incomprensión y la manipulación (por parte de la Rectoría) de una masa estudiantil y trabajadora, sin acceso y participación democrática en un proceso que nunca salió de las cuatro paredes del negro aposento de la élite burocrática del gobierno y las universidades.