Cuando las autoridades recurridas realicen los ajustes que pidió la Sala Constitucional las obras pueden continuar.
Dichos ajustes consisten en tener la certeza técnica sobre la capacidad de explotación del recurso hídrico del Acuífero de Sardinal y darle participación a la comunidad en el proceso de formulación del proyecto, algo que está en proceso”.
Fideicomiso Acueducto Playas del Coco
La afirmación anterior se propone como una conclusión sustentada en las leyes de la lógica formal carente de falacia. Es decir, un razonamiento correcto y en consecuencia válido. Por eso también se propone como verdad. Cuando la verdad en realidad no forma parte del ordenamiento lógico, más bien es una cuestión de imposición y generalmente para que algo se convierta en una verdad, debe existir consenso. Este se logra apelando a las convicciones sustentadas en las vivencias y en el aprendizaje, como la forma más sana y auténtica, pero también recurriendo a la amenaza, a la difusión de miedos, a la persuasión propagandística, por ejemplo.
Así lo han venido haciendo los que defienden el proyecto de acueducto El Coco-Ocotal. Pero toda verdad siempre se arropa con la investidura del poder, sea para bien o para mal. La lucha por la defensa del agua en la comunidad de Sardinal se despliega en dos niveles: el de la argumentación legal y el de la organización popular y su capacidad de convocatoria para recurrir a la actividad de legítima protesta.
Los inversionistas, la jerarquía de AyA, de MINAET, algunas figuras del gobierno central y quienes están interesados en la construcción del acueducto, hacen lo suyo para que no se pierda el enorme capital invertido en la infraestructura que se levantó previo a contar con el abastecimiento de agua requerido para materializar los jugosos beneficios de la inversión. Hacer lo suyo en este caso implica servirse del derecho como disciplina y valerse de la interpretación que este acervo de conocimiento admite en función de lograr la imposición de su verdad.
De ahí que el curso de esta contienda, en esta nueva fase a la cual nos enfrentamos, se orienta más hacia la lucha política que hacia la contienda legal. De manera que lo que se viene es una demostración de poder: el que viene de la desesperación de salvar el capital, en contraposición con el que proviene de las convicciones que surgen a la luz de lo cotidiano mientras la escasez de agua se experimenta día con día en diversas comunidades de Guanacaste, cuando el desarrollo turístico y la expansión de monocultivos se sacian con el agua que se les niega a las poblaciones humildes.
Las fuerzas confrontadas oscilan entre el poder del capital frente al poder popular; los dichosos ajustes que se mencionan en el encabezado son inviables desde la lógica del poder popular, pero son posibles desde la lógica del poder del capital. Esto porque hasta la fecha no se ha puesto en marcha ningún avance en términos de otorgar participación a la comunidad y tampoco existe indicio alguno de que se esté elaborando un estudio serio e integral para tener “certeza técnica sobre la capacidad de explotación del recurso hídrico del acuífero de Sardinal”.
En ambos ejemplos el poder del capital intenta construir una realidad paralela a la que vive el pueblo, mientras discurre el milagro de lo cotidiano, valga decir se intenta construir una realidad conveniente a los intereses de servilismo y oportunismo en algunos casos y a las expectativas de materializar ganancias infinitas en otros. De las verdades en juego apostamos sin miramientos a la que posee el pueblo de Sardinal. Apostamos al poder de convocatoria popular y a una acción política democrática y participativa capaz de incidir forjando su propio futuro. Apostamos de igual modo a una institucionalidad que respalde los intereses de la verdadera verdad.