• Al fallecer, Sócrates estaba por cumplir setenta y un años. Llegó a ser conocido como “Tábano de Atenas” por su persistente crítica, no solo a las autoridades, sino al sistema total de gobierno que, en su época, se consideraba “democrático”, aunque ni los esclavos ni las mujeres tenían derecho a voto. Incomodaba a todo el mundo, incluyendo sus propios amigos y allegados. Por ello, hasta su mujer, Jantipa, llegó a menospreciarlo; esta fama se inmortaliza en una pintura de Otho Vaenius (1607), en la que ella aparece vaciando un orinal en la cabeza del sabio; aún así, tuvieron tres hijos: Lamprocles, Sofronisco y Menexeno. Acusado y condenado como corruptor de jóvenes, no aceptó una condonación de la pena de muerte que le fue ofrecida, sino que él mismo decidió ingerir el potente veneno llamado “cicuta” que le iban a administrar. Murió confirmando sus creencias o ratificando sus opiniones; y, aunque no escribió sus pensamientos, su discípulo -el famoso filósofo Platón- registró muchas de sus ideas para la posteridad.
• Jesús murió apenas a los treinta y tres años. Por sus enseñanzas en favor de los pobres y desamparados, contra los ricos y poderosos, se ganó la antipatía de la clase dominante conocida como “fariseos”. Estos instigaron a las autoridades romanas a matarlo por crucifixión. De modo comparable con Sócrates, tampoco aceptó retirar sus enseñanzas y denuncias. Cargó su propia cruz hasta el lugar conocido como Gólgota; muriendo después de inefables humillaciones y torturas, pidió a Infinito Dios perdonar a sus asesinos por “no saber lo que hacían”. Tampoco dejó nada escrito, pero sus seguidores compilaron y ampliaron sus enseñanzas, hoy conocidas como el Nuevo Testamento de la Biblia; y fundaron la Iglesia Cristiana que ha existido por casi dos mil años, extendiéndose a todos los rincones del mundo.
• El Mahatma contaba setenta y nueve años al morir. Luchó pacíficamente por la independencia de la India, dominada por el Imperio Británico. Estando a punto de lograr ese objetivo, surgió un enfrentamiento entre lo que es hoy Pakistán y el resto del país, que amenazaba con impedir su consumación. Ante intransigencias de los representantes de todas las partes, El Mahatma se declaró en huelga de hambre; entonces, los británicos concedieron la independencia, para no cargar con la responsabilidad de su muerte eventual. Pero, estalló un conflicto entre Pakistán y el resto de la India; entonces Gandhi continuó su huelga, ya contra la actitud de sus propios conciudadanos. Y, estando al borde de la muerte por inanición voluntaria, las partes decidieron suspender hostilidades; al enterarse de lo cual, según se cuenta, El Mahatma dijo: “Ahora, si gustan, pueden darme un poco de jugo de naranja”. Infortunadamente, pocas semanas después, fue asesinado gal iniciar una gira de reconciliación por el país.