Realmente mi primo era muy bueno en lo que se había convertido en un pasatiempo para él. Yo tenía la ayuda de un mapa mundial y un libro de Estudios Sociales. Y entre los dos se había convertido en una competencia; yo por mi parte me dediqué a decirle nombres como estos “Kiribati”, “Siria”, “Etiopía”, “Somalia”, “Albania”, “Kuwait”, “Afganistán” o “Singapur”. Y siempre me respondía correctamente; tenía un vicio de capitales.
A veces yo erraba, y caía en anacronismos preguntándole cual era la capital de Yugoslavia. Yo estaba muy mordido, y si hubiera sabido que unos locos eran la realeza de una plataforma marina en el Mar del Norte, le hubiera preguntado la capital de Sealand. Y hasta me decía las tres de Sudáfrica.
Pero una vez mi primo falló; sin embargo, él tenía la completa certeza de que no lo había hecho. Yo estaba convencido, aunque tenía una pequeña sensación de haber cometido un anacronismo, lo que me parecía raro. Le había preguntado por la capital de Palestina. Él me respondió que ese país no existía. Le respondí que sí existía: era donde pasaba la Biblia. “Sí, pero eso fue hace mucho tiempo y ya no existía” o algo así me dijo. Lo reté a revisar el mapa, y me llevé la desagradable sorpresa de que en el lugar donde creía que estaba el nombre de Palestina, sólo decía Israel. El equivocado era yo.
Para ese entonces no tenía idea de que los intereses británicos en el Medio Oriente, el sionismo y el Holocausto Judío, desdeñable hecho, motivaron a la partición de un país y al posterior exterminio de su población. Ese acto fue llevado a cabo, gracias a la complicidad de la ONU. No existe ningún conflicto religioso. No se trata de musulmanes o judíos, aunque eso es lo que se pretende hacer creer: un conflicto entre fundamentalistas. Hamas es un actor, y a pesar de sus políticas religiosas se ha ganado el apoyo popular, porque ha podido responder ante el fracaso de otras alternativas seculares y conciliadoras como la OLP. Hamas le ha hecho frente a uno de los mejores ejércitos del mundo, patrocinado por el imperialismo norteamericano. ¿Cuánto israelita ha entrenado a grupos paramilitares y aparatos represivos de Estado en América? Aunque los muertos son del pueblo. Palestina ha resistido la invasión sionista por más de 60 años, aunque haya significado pasar a ser un cantón.
Es repugnante ver algunos remedos de diputados defender holocaustos, aun cuando se dicen cristianos, la religión de los débiles, según Nietzsche; defienden al opresor e invasor. ¿Malos cristianos? Lo que es agradable es ver el apoyo del pueblo costarricense que sí se indigna de la masacre de palestinos. Yo, por mi parte, seguiré apoyando a los palestinos por la recuperación y administración de todo su territorio, por que sea un Estado laico y socialista.